Por
  • Vicente Pinilla

Invierno demográfico

La población mundial ha alcanzado los 8 millones.
La población mundial ha alcanzado los 8 millones.
rawpixel.com / Roungroat

De forma catastrofista y alarmista se habla de un invierno demográfico al que se encamina el mundo como consecuencia del descenso de la población que se va a producir al ser inferior el número de nacimientos al de defunciones. Así que parece que hemos reemplazado el temor a la superpoblación mundial por el miedo a un supuesto suicidio demográfico al que nos encaminamos. En este, el envejecimiento de la población y su descenso serían los grandes peligros que nos acechan. No veo de esa forma dramática el escenario que se dibuja. No creo que ser menos sea algo terrible e incluso aprecio algunas ventajas. Así, principalmente habrá una menor presión sobre los recursos naturales y también un menor impacto sobre el medio ambiente, algo importante cuando nos enfrentamos a un mucho más inquietante escenario de cambio climático. El envejecimiento tampoco me parece una maldición, sino una bendición. Vivir más años con buena salud, si aseguramos un alto grado de bienestar para todos, es indudablemente positivo. Un mundo que se contrae demográficamente no es inquietante, pero deberemos adaptarnos a él. Un menor número de activos sobre el total de la población exige elevar la productividad, y consecuentemente los ingresos de aquellos, desarrollar la economía de los cuidados y asegurar un sistema de pensiones sostenible. Además, los países ricos tendremos temporalmente un recurso adicional: los inmigrantes. Auguro que pasaremos de tratar de evitar que lleguen a competir para que lo hagan.

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