Por
  • Mario San Miguel*

La excelencia en la gestión y el trabajo

José Luis Martínez Laseca
José Luis Martínez Laseca
Guillermo Mestre

Nos encontramos en vísperas de elecciones y, por tanto, ante la decisión de elegir a quienes nos representen mediante los cargos electos, pero muchos más serán los que se decidirán por medio de plenos de diputados o concejales, y otro número más exponencial serán designados de forma directa como parte del equipo de los primeros. Son los llamados cargos de confianza, aquellos que se suman al equipo del titular para su auxilio o desarrollo de las actividades de la administración: consejeros, directores generales, delegados, asesores…. Todos ellos eventuales y todos, se presupone, leales y en sintonía con quien les nombró.

Sin embargo, en ese tipo de nombramientos, en el que obviamente prima a la afinidad personal y política, existen unas poquísimas excepciones que brillan con luz propia. Y no por que les falte afinidad o confianza de sus superiores, sino porque su nombramiento es el resultado de la excelencia de su labor, virtudes y méritos valorados de forma positiva por el conjunto de fuerzas políticas.

Existen pocos casos, pero haberlos, haylos, y Jose Luis Martínez Laseca fue uno de ellos. Su trabajo en Trabajo valga en este caso, y mucho, la redundancia fue de tal calidad que se mantuvo como director general del Gobierno de Aragón en diferentes ejecutivos de diverso color político.

Y fue requerido para gestionar los recursos humanos del evento más importante celebrado en nuestra Comunidad hasta la fecha: la Exposición Internacional de Zaragoza de 2008.

Se atribuye a Abraham Lincoln aquella certera expresión que más o menos dice que se puede engañar a algunos todo el tiempo, o a todos durante cierto tiempo, pero que no se puede engañar a todos todo el tiempo.

José Luis, como funcionario y como gestor, tuvo la confianza de todos y durante todo el tiempo, y dejó una responsabilidad, solo por ser requerido para otra mayor.

Esa forma de ser y hacer hizo que en 2012 la colonia soriana le otorgara su máxima distinción, el Premio Moisés Calvo, pues como el siempre recordado empresario agredeño, unía en su persona una exitosa trayectoria, unida a la discreción y sencillez propias de las gentes de la vieja Castilla.

Pues José Luis Martínez Laseca nació en 1945 en la localidad soriana de Añavieja. Su familia vivía de la agricultura de sus campos, pero en 1952, y al igual que muchos otros paisanos suyos, Jose Luis se vio obligado a emigrar junto a sus padres y hermanos.

Primero a Cintruénigo, y años más tarde a Madrid, donde tras instalarse en el castizo barrio de Vallecas, vivió en Usera, Villaverde Bajo y Atocha.

En la capital, José Luis comenzó a estudiar la carrera de Derecho, estudios que compaginó con su trabajo como administrativo en una asesoría jurídica, además de ayudar a su familia económicamente trabajando como cobrador de letras y realizando encuestas.

Tras finalizar sus estudios preparó oposiciones para Inspección de Trabajo, eligiendo Zaragoza como primer destino, y así de esta forma llegó a la que definitivamente sería su tierra de adopción Aragón, donde además conocería a Virtudes, su mujer.

Delegado de Trabajo en Teruel, durante año y medio y casi 5 en Huesca en el mismo cargo, en 1983 recala de nuevo en Zaragoza, donde es nombrado director provincial de Trabajo, hasta 1995 cuando es requerido como director general de Trabajo del Gobierno de Aragón. En 2005, como ya he reseñado, es nombrado director de Recursos Humanos de la Expo de 2008.

Como tantos miles, José Luis gozó de la siempre compatible condición de soriano y aragonés, disfrutando junto a su familia y amigos en Pineta, Miralbueno, Añavieja o Ágreda con una de sus inconmensurables paellas o un recorrido senderista. 

Conocido y reconocido por sorianos y aragoneses, en su despedida este miércoles, se pudo constatar el respeto y cariño de todos. Fue su sobrino Ignacio, actual párroco de Peñaflor quien, en una emocionante ceremonia, nos puso voz a los presentes y ausentes, al tiempo que recordaba su característica propia voz.

Yo le voy a robar solo una frase a Jose Luis; que me encantó y que resume tanto su bonhomía, como el trabajo y el recuerdo que nos deja: “Nunca se había visto un Jueves Santo con tantas luces”. 

Sigue brillando José Luis Martínez Laseca.

*Mario San Miguel, periodista

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