Mi colesterol

Todo lo que se esconde detrás de un like
Mi colesterol
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No es extraño que algunas cosas te gusten más de lo que tú pensabas. En un exceso de testosterona podría decir que me ha pasado con varias mujeres, pero esos picos suelen obedecer a un capricho (más aún si no es correspondido) y no arraigan tanto en ese placer silente que nos atrapa. 

Para este orden de vicios agazapados, hace falta cierta estabilidad y un poco de temor cuando tomas conciencia. En mi caso, y de una forma preocupante, me asusta el interés que despiertan en mí las aplicaciones de redes sociales que tengo en el smartphone. Con las notificaciones desactivadas, en las últimas semanas he observado que lo que yo creía que era estar viendo una serie o una película, en realidad era estar mirando el móvil mientras de fondo esa serie o película se estaba reproduciendo. Lo cierto es que no soy un usuario social; es decir, no acostumbro a enviarme mensajes privados ni a crear ningún tipo de comunidad o amistad por Facebook, Twitter o Instagram. Simplemente soy un tipo de 34 años, con alguna cana ya en las sienes, que por ejemplo intenta ver la nueva temporada de Fauda en Netflix y cuando se da cuenta, tiene el móvil en la mano. Es triste, pero he llegado a no prestar la debida atención a películas que me interesaban porque estaba viendo el vídeo de un chaval que se había puesto un pequeño cohete en la raja del culo mientras los amigos le grababan para ver si lograba un lanzamiento oportuno del artefacto. Esto, que puede sonar a broma, me parece verdaderamente terrorífico.

Cuando era un poco más joven y no tenía tantas opciones sociales de entretenimiento, era capaz de centrar mi atención en una buena película, serie o documental y ya no solo terminar de verlo sino de capear con expectativas los momentos más aburridos. Ahora soy un caprichoso más superficial que busca un exceso de entretenimiento, que cae en contenidos banales, y que en esa tendencia inútil se está perdiendo lecciones de obediencia oportunas para la vida como el aburrimiento, el esfuerzo, la desilusión o el miedo. Sin darme cuenta, he entregado mis armas a algoritmos que me arrancan de mi posibilidad de caminar por los márgenes, de ser yo, de elegir por mí mismo, de esperar y celebrarme con la mesura de sentirme honesto. He de huir de la comida rápida y de este colesterol para mi cerebro. 

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