Rosa recuerda

Rosa Garza Ostáriz recuerda el rodaje en Arándiga de algunas escenas de ‘Requiem por un campesino español’. Eso fue en 1985 a pocos metros de donde estamos cenando. Junto a otras mujeres del pueblo, todas vestidas de negro, hacía de figurante en una procesión de Semana Santa. 

José Antonio Labordeta, que hacía de pregonero, dijo al verlas: "Parecéis de la Casa de Bernarda Alba". Me enseña en el móvil un ‘youtube’ intentando descubrir su rostro entre esas mujeres que permanecen quietas, apretadas contra un muro en medio de la oscuridad. El que hacía de Jesucristo arrastrando la cruz, cuenta, viajó después a Tierra Santa y, tras la muerte de su padre, entró como fraile en el monasterio de Santa María de Huerta. 

De Terele Pávez recuerda que les dijo "vosotras sí que sabéis". Se queda un rato pensativa. La observo con admiración y cariño. Es buena narradora. Hemos abierto una botella de champán mientras esperamos que se hagan las doce para brindar por su cumpleaños. Y sigue recordando. Conoció a Jesús, el hombre que se sienta a su lado, cuando tenía catorce o quince años, en el Seminario de Tarazona, donde habían ido de visita con las monjas. Jesús era el encargado de la biblioteca. "Soy de Moros. Me llamo Jesús. Tengo coca-colas". Se reencontrarían unos años después en Zaragoza, en la calle de San Juan de la Cruz. Él llevaba un jersey verde fosforito. Y hasta ahora. Además de una hija en común, comparten una cualidad que escasea en el mundo, una gran generosidad. A las doce en punto le canto a Rosa "Feliz, feliz en tu día…". Y aplaudimos