Cosas de chicas

No callarse es fundamental, para poder actuar, desde el primer momento
Cosas de chicas
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Gracias a la experiencia escolar de mi hijo, estoy descubriendo muchas cosas de las relaciones entre niños y niñas, así como de las más específicamente femeninas.

De todo ello, me ha sorprendido particularmente la temprana sororidad que desarrollan las niñas, más sofisticada que la inicial fraternidad masculina, si bien, y esta es la otra cara de la moneda, dando lugar a jerarquías o formas de dominación que apenas se vislumbran en niños de la misma edad.

De conformidad con lo anterior, los estudios sobre acoso infantil indican que la violencia masculina es oportunista, abierta, verbal y física, mientras que la femenina tiende a ser premeditada, velada, cooperativa y excluyente. Más por omisión que por acción, el principal efecto de esta es un ostracismo que se sufre en soledad, por la falta de autoestima y la vergüenza que siente la niña que anhela el afecto de quienes la orillan.

Por otra parte, dada la sensibilidad actual sobre estas cuestiones, que se agravan en la adolescencia y con las redes sociales, me extraña que aún cunda tanto la idea de que son cosas normales de chicas, que ellas han de gestionar por su cuenta.

Así se pensaba hace años de la agresividad a puñetazos, hasta que empezó a ser tratada, con bastante éxito, no solo cuando sucede, sino con educación preventiva.

Finalmente, desde una perspectiva de género, creo que había machismo cuando se toleraban las peleas de niños, porque endurecían el carácter a la espartana, y que sigue habiéndolo hoy, en la tibia respuesta colectiva que recibe la violencia psíquica que predomina entre las niñas.

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