Por
  • Ricardo Díez Pellejero

Dudas tontas

Ramón Tamames, tras conocerse el fracaso de la moción de censura que él ha defendido.
Ramón Tamames, tras conocerse el fracaso de la moción de censura 
J. J. Guillén/EFE

Tres dudas tontas: Dividido el presupuesto anual del Congreso entre los 218 días laborables del año, la jornada nos sale a 506.520€. Así, el dispendio directo de las mociones de censura de Vox –ambas claramente inútiles e inviables– supera los 2 millones de euros. 

Si en lugar de contar jornadas laborables contáramos sesiones plenarias, este acto de reclamación de atención más propia de Tik Tok que del mundo adulto aún nos saldría más caro. Entonces, sin ignorar sus señorías el precio económico ni reputacional, ¿qué alto beneficio justificaba tanta pérdida? ¿Barrenar el Congreso?

La segunda cuestión irresoluble atañe a los medios de comunicación, pues se obstinan en etiquetar a Tamames como ‘intelectual de izquierdas’. Como cabeza de lista de IU y concejal en el Ayuntamiento de Madrid, su aportación más recordada fue la defección y el transfuguismo que permitieron arrebatar la alcaldía al PSOE y entregársela a la coalición PP-CDS o hacer declaraciones como las de agosto del 2017, con el ruido de la moción de censura al PP en el horizonte, en las que sostuvo que "la izquierda no va a gobernar nunca porque ni siquiera sabe", que "no ha promovido junta ni una sola ley sensata sobre nada; puede pedir el oro y el moro, pero no da nada" o que "un voto de censura contra Mariano Rajoy es una operación siniestra para ellos mismos". ¿Son estas acciones de un hombre, ya no de izquierda, sino asimilable al centro o a la moderación?

La tercera se relaciona con algunos de los postulados que el señor Tamames ha defendido en su moción, a saber: la demonización de la república, la igualación en bandos de lo que fue un golpe de estado militar –y, por tanto, unilateral–, el blanqueamiento de la dictadura obviando las faltas de libertades o los juicios sumarísimos o, por no aburrirles, su alegato de estar cumpliendo con un último servicio. Mi última duda y, tal vez, la de mayor calado me induce a cuestionarme: ¿no habrá sido desde el principio Ramón Tamames un infiltrado cuya labor ha sido siempre contener la fuerza opositora al régimen y dirigir o desactivar los intentos de la izquierda por alcanzar o consolidar una alternativa al poder establecido por aquel?

Ya ven qué tonterías.

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