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Cartas al director de HERALDO: A quién votar, pregunta trascendental

A quién vota
A quién votar, pregunta trascendental
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A quién votar, pregunta trascendental

Ahora llegan las elecciones y, como pregunta transcendental, me digo a mí mismo, ¿a quién voto? Durante años, solo había dos partidos fuertes, y eso que en España existen cientos de partidos políticos subvencionados en nuestras diferentes comunidades. 

No hay que olvidar que a los españoles nos gusta o bien comer gratis a dos carrillos o crear un espacio físico subvencionado para ayudar al prójimo, eso sí con buena nómina y de paso poder irme de vacaciones. Y si era complicado decidir a quién votar con dos partidos, estos últimos años aparecieron más partidos estatales con sus respectivos paladines. Y nació el bipartito de Gobierno actual, vestido con un resplandeciente traje de luces y bicornio, mezcla de colores tomate y berenjena clara. Y de estos partidos nuevos, uno vestía un traje de luces naranja. La verdad es que gobernar no gobernó, más bien habló y habló; al tiempo, nuestro guapo paladín se aburrió, no hizo nada y se casó con una cantante. Otro vestía morado berenjena clara, se aburrió también, se cortó la coleta de mal torero y se montó una radio; tuvo suerte, no dio ni un palo al agua, pero como se pegó a un partido al que le encantan las rosas y gobierna actualmente, pudo irse y vivir del cuento de un mundo perfecto, pero sin responsabilidades. Pero, ¡eureka!, hay un paladín bien curioso y va vestido de verde, blande la bandera patriota de España, me gusta ese gesto. Pero igual nos abandona por aburrimiento y acaba de juglar, cantando con una cabra y una corneta en mano grandes gestas españolas. Ciertamente no sé a quién votar. Echo de menos a mi tío, si le acompañaba a votar me invitaba a un bocadillo y un refresco. En la toma de decisiones, es bueno ir bien estimulado, como buen español agradecido (risas).

Jorge Juan Bautista Solano Amigo. ZARAGOZA

Llegando al absurdo

Hemos llegado al absurdo con muchas leyes y normas. Para muestra, un botón. Hace unas semanas ingresaron de urgencias a mi madre en un hospital de Zaragoza. Estaba viviendo en una residencia y debido a unas dificultades respiratorias la ingresaron un miércoles bien entrada la noche. Soy hijo único y no pude acompañarla porque por trabajo estaba fuera. El jueves por la mañana fui al hospital y me dirigí a información para preguntar el número de la habitación en la que estaba mi madre, y la trabajadora me respondió que por la ley de protección de datos no me lo podía decir. Le pregunté que entonces cómo conseguía ver a mi madre, me respondió que lo preguntase a algún otro familiar; le dije que no era posible porque no había nadie con ella. Le intenté hacer ver lo absurdo de la situación y que no me dejaba más opción que ir mirando habitación por habitación. Al final me dio la opción, como posibilidad y gran favor, de que si había ingresado por urgencias fuera allí a preguntar. Así lo hice y allí, con gran secretismo, me dieron dicho dato. ¿De verdad queremos esto?

José Manuel Castro Milla. UTEBO (Zaragoza)

Escuchar u oír

Hemos asistido a una polémica relacionada con el uso de la tilde en la palabra solo; se trata de un problema de ambigüedad ortográfica que la RAE ya ha resuelto, aunque no con consenso. Quiero llamar la atención sobre otro tipo de ambigüedades de uso muy frecuente en la prensa, la radio, la televisión y el habla cotidiana; son pequeños defectos que cometemos casi todos, incluso los expertos. Por ejemplo, confundimos el significado de los verbos mirar y ver, y no es lo mismo; uno puede mirar y no ver, y al revés. Algo parecido ocurre con escuchar y oír. Creo que el uso del verbo escuchar es abusivo y se emplea en lugar del verbo oír en gran parte de las ocasiones. Escuchar, como fenómeno voluntario que es, significa prestar atención a lo que se quiere oír; por el contrario, oír es percibir con el oído los sonidos, de modo que se puede escuchar pero no oír y se puede oír sin escuchar. En algún caso pueden emplearse ambos verbos indistintamente y, además, puede que uno y otro tengan otras acepciones.

Jesús Fleta Zaragozano. ZARAGOZA

La inseguridad en Huesca

La subdelegada del Gobierno en Huesca va a dejar el cargo para ser número 2 del PSOE al Ayuntamiento de la capital, dejando un balance pésimo. Creo que ostenta el récord negativo, en la provincia, de mayor delincuencia de toda la democracia. Entre las competencias de los subdelegados está su responsabilidad en la seguridad ciudadana y la dirección de las Fuerzas de Seguridad. ¿A qué se ha dedicado en estos años? Todos los días asaltan viviendas por toda nuestra geografía, asaltan fincas agrícolas, asaltan cinco iglesias en los Monegros en una noche con toda tranquilidad. Haría falta todos los días una página para informar de los robos cometidos, porque encima no se denuncian todos. Hay una sensación de desgobierno, que no ha hecho todo lo que tenía que hacer para luchar contra la inseguridad. Esperemos que con el próximo subdelegado veamos los ciudadanos que se hace algo, que obtenga resultados. Cargo elegido a dedo. Echo de menos un cargo democrático, como los ‘sheriff’ en algunos estados americanos. Cada cierto tiempo se han de ganar el cargo por votación popular. ¿Por qué los subdelegados del Gobierno no se podrían elegir entre un abanico de aspirantes? Esto ha de cambiar, el tener que hacer patrullas ciudadanas en los pueblos y llenarlos de cámaras se podría evitar si este cargo hiciese su trabajo.

Ramón Tomás Escartín Orús. HUESCA

La pata de cabra

Leo que una ‘pata de cabra’ olvidada y el rastreo de bazares chinos dieron con la banda de los ladrones de bares. La ‘pata de cabra’ no era un miembro de dicho animal que se use como amuleto, sino una herramienta de hierro, una especie de palanca que se usa, entre otras labores, para sacar clavos. Las patas que dan buena suerte son las de conejo. Esta creencia es una de las más antiguas. En el siglo VII a. C. los pueblos celtas tenían sus propias supersticiones y entre ellas las que otorgaban a conejos, liebres y otras especies de roedores. Que habitasen en madrigueras en el subsuelo les hacía pensar que estos animales estaban en contacto con los espíritus del inframundo y, por tanto, les protegerían. No creo que hoy haya un solo agricultor que piense así, pues las plagas de conejos asolan sus campos. Los conejos no les traen la buena sino la mala suerte, pues arrasan con los cultivos. En el centro de la Europa precristiana se difundieron historias de personas que eran mágicamente sanadas de gota, calambres y otros reumatismos al ser frotadas sobre la zona afectada por una pata de liebre, animal entonces temido y al mismo tiempo respetado.

Martina Pellejero Cuéllar. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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