Por
  • Pablo Guerrero Vázquez

Moción de censura

Segundo día de la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez: Tamames y Abascal.
Moción de censura
Agencias

Hay que aprovechar hoy, sábado, para hablar de la moción de censura que se votó el pasado miércoles, porque pasado mañana será tarde. Cada vez se amortiza con mayor rapidez el impacto mediático de las mociones de censura. 

Es más, cada vez se amortiza con mayor rapidez el impacto mediático de prácticamente todo, porque el ritmo al que se sucede desde hace algunos años la agenda es frenético e inalcanzable.

Muy lejos queda una época en la que se consideraba que, si bien era prácticamente imposible que las mociones de censura triunfasen jurídicamente, éstas tenían un impacto político indudable: bien para encumbrar al candidato (González en 1980), bien para defenestrarlo (Hernández Mancha en 1987). Sin embargo, más recientemente, ni la moción de censura de Iglesias (2017) ni la de Abascal (2020) tuvieron ninguna repercusión –ni jurídica, ni política– y en cuestión de horas se sumieron por el desagüe de la indiferencia.

La moción de censura del miércoles lleva el mismo camino que estas últimas, aunque tiene alguna nota diferencial que la singulariza. En ella, el candidato a la presidencia, el señor Tamames, ni expuso su programa a la Cámara –se limitó a pedir explicaciones al Gobierno en una suerte de sesión de control–, ni tiene ninguna posibilidad de ser el candidato real a la presidencia del gobierno del partido que lo propone. Solo el tiempo dirá si se consolida la mutación sufrida por este instrumento y, con ello, se contribuye un poco más a cristalizar su insignificancia.

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