Por
  • Carmen Herrando

Manchas de luz

Manchas de luz
Manchas de luz
Pixabay

Yad Vashem es una organización israelí, instituida en 1953, cuya principal misión es velar por el recuerdo, mantener viva la memoria. 

Pero no se trata tanto del recuerdo de acontecimientos o fechas memorables (que también) como de la memoria concreta de personas, con nombres y apellidos, y, sobre todo, de la contemplación serena de sus rostros, desde los que brota la interpelación profunda que todo ser humano lanza a sus congéneres, como tan bien supo ver Emmanuel Lévinas: la mirada, la expresión de gestos que muestran modos personales de ser, son, como dice el refrán, espejo del alma. Y esas almas son las que, desde imágenes captadas en el pasado por la cámara o el pincel, miran por sus ojos al visitante del gran Museo del Holocausto en Jerusalén, probablemente el museo de la memoria más grande del mundo. Sus rostros observan desde arriba a los visitantes, como si lo hicieran desde el cielo, mientras estos los contemplan sorprendidos, desde abajo, pues todas esas fotografías están sujetas a la gigantesca cúpula esmaltada de semblantes de niños, mujeres, varones, ancianos, adolescentes, jóvenes… Los ojos de las víctimas indagan con misericordia en las expresiones conmovidas de quienes los contemplan hoy, preguntándose de dónde pudo haber salido tanto horror, y si podría existir acaso alguna brizna de razón humana para cometer semejantes atrocidades. Evocamos así la parte central del Museo del Holocausto: la gran cúpula sembrada de miles de rostros de víctimas de la Shoah.

‘Yad Vashem’ es una expresión hebrea que figura en el capítulo 56 del libro de Isaías: "Les daré un nombre para siempre, que nunca será olvidado". A ese nombre propio remite esta institución que vela por la Memoria. Porque Dios no puede olvidar el nombre que, en la tradición judeocristiana, da a cada ser humano, y mucho menos los nombres y los rostros de quienes sufrieron terriblemente a manos de sus semejantes, en una suerte de sacrificio desconcertante e incomprensible.

Durante este curso escolar, algunos institutos y colegios aragoneses acogen la exposición ‘Manchas de luz. La mujer en el Holocausto’, que ahora está en la Universidad San Jorge. Esta muestra presenta a mujeres judías que padecieron persecución y muerte durante la Segunda Guerra Mundial. Sus experiencias fueron espantosas durante aquel tiempo aciago que segó sus vidas, pues tuvieron que sostener a sus familias en los guetos, economizando y ‘buscándose la vida’ como no lo habían hecho nunca, para después ser deportadas y terminar en su mayoría, sobre todo si iban con niños, en las cámaras de gas. Sin embargo, aun en aquellas circunstancias, el amor, la maternidad, el cuidado del prójimo, la feminidad, la resistencia, la amistad, la fe o la creatividad estuvieron presentes en sus vidas. En estos aspectos de sus vivencias se basa la exposición, que recuerda con admiración a estas heroínas. Estefanía Wilczynska, mujer polaca que colaboró con Janusz Korczak, pedagogo de fama internacional que renunció a una carrera brillante para crear un orfanato, y terminó acompañando a los niños al gueto de Varsovia, donde se encargó de la casa de huérfanos; todos ellos fueron trasladados al campo de Treblinka, y allí asesinaron a Korczak, a Estefanía y a ciento cincuenta y dos niños. O mujeres que combatieron, como Rachel Rudnicki, que se sumó a un grupo de partisanos. Y otras, como Fanny Solomian, quien tras sobrevivir al gueto de Pinsk trabajó como enfermera junto a los guerrilleros. Son solo algunos ejemplos.

La expresión ‘manchas de luz’ proviene de un verso Dalia Ravikovitz: "Y sobre esa sombría materia quedaron grabadas manchas de luz". Como ‘Manchas de luz’ son estas mujeres que supieron aliviar en buena medida el sufrimiento de otros en aquel destrozo humano. ‘Manchas de luz’ son igualmente quienes salvaron de la muerte a tantas personas judías, y han sido reconocidos por Yad Vashem ‘Justos de las naciones’; es el caso de los diplomáticos aragoneses Ángel Sanz Briz, que salvó a muchos judíos húngaros, o Sebastián Romero Radigales, que hizo lo mismo con judíos de Grecia.

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