Oficina de la Seguridad Social en el centro de Zaragoza.
Oficina de la Seguridad Social en el centro de Zaragoza.
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Las citas para hacer trámites en la Administración se han convertido en el caballo de batalla y a veces la pesadilla de muchos ciudadanos. 

Antes de la pandemia era normal entrar libremente en las dependencias de cualquier organismo público para informarse o coger número y ser atendido. Ahora, las oficinas públicas son fortalezas que solo franquean el paso a quien se presenta con el salvoconducto de la cita. Así llevamos ya tres años. Pero todo lo malo puede empeorar y nuestro comentarista José Luis de Arce, que aboga con tenacidad por los derechos del ciudadano, llamaba la atención el lunes sobre el fenómeno de la venta de citas que ha surgido en los últimos tiempos. En el colmo del agravio, el ‘sistema’ permite que haya golfos espabilados que saben cómo obtener cita en algún servicio, como la Seguridad Social, para luego vender ese ‘pasaporte’ a sufridos ciudadanos que ya desesperan de conseguirla. Indignado, como es natural, De Arce decía que "no es extraño que en este país donde la picaresca está ‘al loro’ desde hace siglos haya surgido" ese indigno mercadeo. Pero, por supuesto, señalaba que es la Administración culpable por permitirlo. Este viernes, el ministro de Seguridad Social aseguraba que "hemos tenido un problema de fraude con las citas que ya está resuelto". A ver si es verdad, pero deberían haberlo atajado de raíz. Entre tanto, el último informe anual del Justicia, presentado esta semana, recogía también que las dificultades para tratar con la Administración provocan un gran número de quejas de la ciudadanía. Y el lugarteniente de la institución señalaba algo que debería ser obvio, que la atención al ciudadano es la razón de ser de las Administraciones. Pues eso.

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