La película ‘El dilema’ narra las presiones que sufren un científico (Russel Crowe) y un periodista (Al Pacino) para que no hagan públicas las manipulaciones químicas que realizan las empresas tabaqueras para incrementar la adicción a la nicotina. Basada en un hecho real, ilustra cómo se alimentan las dependencias. 

El tabaco es una droga y hay mucho dinero invertido para que no sea fácil dejarlo. Lo mismo ocurre con la mayoría de los ‘vicios’, sean antiguos (alcohol, heroína, cocaína…) o nuevos (juego de azar, sexo… e internet). Si las tabaqueras se aprovechan de que la nicotina estimula la liberación de dopamina en áreas del cerebro que regulan el placer, lo mismo ocurre con las demás adicciones. También las redes sociales, donde la carga emocional es el ingrediente clave de sus algoritmos.

Despertarse y encender el móvil, ver qué han publicado los ‘influencer’ y tragarse decenas de vídeos en TikTok se ha convertido en una rutina entre los jóvenes y no tan jóvenes. De hecho, más que un hábito, es ya una adicción. El informe ‘Estado Móvil’ de 2022 asegura que en España pasamos, como promedio, cinco horas al día mirando la pantalla. Mil millones de personas usan la china TikTok en el mundo; el año pasado registró más visitas que Google y más tiempo de permanencia que YouTube. Su algoritmo ofrece al usuario aquello que la inteligencia artificial detecta que más capta su atención. Algo muy relevante porque, por ejemplo, en Aragón el 94,8% de los adolescentes dispone de móvil con internet y la edad media a la que reciben su primer smartphone es a los 10,8 años, según un estudio de Unicef.

Lo vienen advirtiendo algunos de los protagonistas de esta tecnodependencia. En una entrevista de la ‘BBC’, el ingeniero Aza Raskin, creador del ‘scroll’ infinito, se mostró arrepentido porque su invento es "una dinámica muy adictiva que no permite al usuario procesar la información que lee. Es como si rociaran cocaína conductual por toda la interfaz", dijo.

Nuestra sociedad está tan drogada por las pantallas que, si no disponemos de conexión, nos enfadamos y sufrimos un ‘síndrome de abstinencia’. Hace año y medio, el diario ‘Wall Street Journal’ destapó la existencia de documentos internos en Facebook que apuntaban a que Instagram causaba efectos dañinos en las adolescentes. De hecho, el Hospital Gregorio Marañón de Madrid estrenó en julio una unidad destinada a tratar las llamadas ‘adicciones comportamentales’, y ahí han incluido el enganche a las redes sociales.

Es muy complicado desengancharse de la droga tecnológica y las empresas que están detrás no nos van a ayudar a hacerlo. Todo lo contrario. Unos pocos empresarios se han hecho de oro gracias al acaparamiento de nuestra atención a través de las pantallas. Ocho de los diez hombres más ricos del mundo son los dueños de Amazon, Microsoft, Google, Facebook y otras tecnológicas.

"Se invierten literalmente miles de millones de dólares en encontrar la manera de conseguir que poséis vuestra mirada en una cosa y no en otra". Es lo que afirma James Williams, uno de los estrategas más brillantes de Google durante una década, en su libro ‘Clics contra la humanidad’ (2021).

Apple, Facebook, Amazon… y las agresivas plataformas chinas saben que internet es el nuevo opio del pueblo, pero nos manipulan para que no le demos importancia. Los ciudadanos olvidamos que cuando nos ofrecen gratis sus atractivas aplicaciones su objetivo final es mantenernos atrapados.

Lo acaba de reiterar la periodista filipina Marí Ressa, premio Nobel de la Paz en 2021, que un año antes participó en un coloquio organizado a raíz del 125 aniversario de HERALDO: "Las grandes tecnológicas son como las grandes compañías tabaqueras. Saben que lo que hacen es dañino".