Por
  • Juan Domínguez Lasierra

Uriz en la Biblioteca

Francisco Uriz.
Francisco Uriz.
Guillermo Mestre

Pleno de audiencia en la sala multiusos de la Biblioteca de Aragón. Es el homenaje a Paco Uriz que han organizado Los Amigos del Libro, que dirige Eugenio Mateo. 

En la sala, Marina Torres, la viuda de Uriz. Y en el estrado, José-Carlos Mainer, Adolfo Burriel, Raúl Herrero y el propio Eugenio. Todos ponderarán la labor de Paco como traductor y difusor de la literatura nórdica en nuestro país, conocida en España gracias a sus muchos trabajos.

Se habla de su relación con Olof Palme, del que fue intérprete en el viaje del primer ministro sueco en Centroamérica y de su creación de la Casa del Traductor en Tarazona, única en España en su tiempo. Mariano Anós, María Otal y otros más, entre ellos Fernando Morlanes, director de la revista ‘Crisis’, leerán textos del homenajeado.

Hay algunos problemas de sonido, y Plácido Serrano, sentado junto a mí, comenta irónico: "Habrá que pedirle a la Academia Sueca que nos mande un equipo". Mi amigo Manolo me comenta después que la sala estaba llena de exmiembros del PCE. La mayoría expulsados del partido, como el propio Uriz.

Dos veces ganador del Premio Nacional de Traducción, Uriz, además de antólogo de la poesía sueca, fue poeta él mismo. Y gran aficionado al fútbol, al que dedicó singulares textos. Llenos de ironía y humor, como uno que fue leído donde valora con parigual importancia a Cervantes, Eliot o García Márquez con Di Stéfano, Gainza o el portero Zamora. Todos son hitos y mitos.

José-Carlos Mainer y Raúl Herrero hablan de la obra literaria de Paco, aunque Raúl se lía en la pronunciación de tantos nombres de escritores suecos a los que Uriz ha traducido y antologado. Sobraban. Adolfo Burriel habla del amigo, de la persona, es el más emotivo en su recuerdo. Pilar Catalán e Izaskun Arrieta, sentadas delante de mí, comentan algunas referencias feministas que surgen en las lecturas de la obra de Paco.

A la salida, saludo a algunos amigos como Miguel Ángel Yusta, que llevó a Uriz a la FNAC para entrevistarlo a fondo, y advierto la ausencia de Julio José y de Charo, que suponía que no faltarían. Tendrán excusa.

Así que me voy con mi amigo Manolo a celebrar San Valentín, es decir, a tomar unos vinos y unos pinchos, aunque lamentablemente no estamos enamorados. Aunque Manolo quiere estarlo. Allá él.

Manolo me comenta las arbitrariedades del proyecto ‘solo sí es sí’, que se quiere reconvertir en ‘no es no’, como si lo uno y lo otro no dijeran en definitiva lo mismo. Porque el no y el sí son la cara de la misma moneda, aunque la segunda es más explícita y la primera más permisiva. Que galimatías lingüístico organizan estas gentes que se llaman responsables.

Responsabilidad, esa es la cuestión. Pero ahora todo se cuestiona y yo mismo me cuestiono lo que hago. ¿Soy tan responsable de mis actos como creo? ¿Al escribir lo que escribo no me dejo en el tintero cosas que deberían ser dichas y no lo hago?

Para eso me tendría que creer que soy el salvador del mundo, y no lo soy. En fin, que estoy en un mar de dudas, y en este mar me ahogo. ¡Qué lamentable frustración!

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