Por
  • José Miguel Galve Marqués

Luto por la chimenea de Andorra

La chimenea de la central de Andorra, con 343 metros, es la tercera estructura más alta del país.
Luto por la chimenea de Andorra
Tomás Santos

Mañana, en España se demuele su tercera infraestructura más alta, más alta incluso que la torre Eiffel, la chimenea de la central térmica de Andorra que cesó su operación en el año 2020 debido al proceso de transformación energética en el que estamos inmersos. 

Una demolición llevada a cabo con gran celeridad, pues empezó con sus tres torres de refrigeración en forma de hiperboloide de más de 100 metros de altura esta pasada primavera, transformando una infraestructura industrial emblemática, de gran valor ingenieril, en 37.000 toneladas de escombros.

Se habla del impacto económico de los trabajos generados, de la forma de demolición, pero poco de la destrucción del patrimonio cultural, ¿hemos reflexionado lo suficiente sobre qué significa esta demolición?, ¿supone una pérdida de oportunidades de proteger y mostrar nuestro patrimonio de obra pública del siglo XX?

Como referencias generales, la propia Constitución en su artículo 46 dice que "los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad" o el Plan Nacional de Patrimonio Industrial, aprobado en marzo del 2011 por el Consejo de Patrimonio Histórico, establece que el patrimonio es "un legado imprescindible para comprender la historia española" y que "la conservación y el estudio de estos testimonios son fundamentales para comprender y documentar un período clave en la historia de la humanidad".

Digamos adiós a la central térmica de Andorra, sin tener tiempo para reflexionar
si procede mantener nuestro patrimonio ingenieril, nuestra historia, sin poder
trasladar a las generaciones posteriores cómo generábamos energía

Ahora, pongámonos en perspectiva y analicemos el concreto caso de la provincia de Teruel. Teruel ha tenido gran tradición minera, existiendo otras dos centrales térmicas de relevancia, la de Aliaga y la de Escucha; la primera cesó su actividad en 1982 y la segunda en 2013. Ambas, a pesar de haber cerrado y ser de menor envergadura que la central de Andorra, se mantienen en pie e incluso se incluyen en el catálogo del patrimonio cultural aragonés. Aunque las centrales no son visitables, en Escucha se abrió en 2002 un museo en sus antiguas minas el cual permite mejorar la actividad cultural de las cuencas mineras y enseñar el modo de vida de la provincia en esta época.

No deja de resultar curioso que la central térmica de Andorra, que supuso el 40% del PIB de la provincia, y su chimenea de 343 metros como último símbolo de la historia del desarrollo minero de Teruel, vaya a desaparecer del paisaje simplemente por querer abordar una transformación energética teórica hacia formas de producción más sostenibles sin analizar su valor patrimonial ni poner en contexto otras instalaciones similares, las mencionadas de Teruel o la central térmica de Alcanada en Mallorca que se encuentra dentro de las 100 obras del patrimonio industrial Español según el Ministerio de Cultura.

Hay ejemplos de conservación claros, por ejemplo, en Aragón, el Ayuntamiento de Zaragoza protegió las chimeneas de la avenida de Ranillas y de la plaza Utrillas. El desarrollo urbanístico tuvo que adecuarse a ellas, con el especial caso de la chimenea de la plaza de Utrillas. Su ubicación dificultaba una urbanización ordenada, por lo que se estudió su traslado a un emplazamiento cercano, a 100 metros respecto a su posición. Fue necesaria una compleja estructura auxiliar, dos potentes grúas y un estudiado movimiento en seis estaciones para el que, hasta la fecha, ha sido el único caso de traslado de una chimenea semejante. Hay muchos más ejemplos de chimeneas que han resistido a las transformaciones urbanísticas, industriales y energéticas.

En definitiva, digamos adiós a la central térmica de Andorra, sin tener tiempo para reflexionar si procede mantener nuestro patrimonio ingenieril, nuestra historia, sin poder trasladar a las generaciones posteriores cómo generábamos energía, cuál fue el sustento de la provincia, en definitiva, quizá tras leer esto ya han tenido tiempo para reflexionar… pero es tarde, mañana nos despediremos de ella.

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