Por
  • Alejandro E. Orús

La opción Tamames

Ramón Tamames, este jueves en el Hotel Alfonso I, en Zaragoza.
Ramón Tamames, este jueves en el Hotel Alfonso I, en Zaragoza.
Guillermo Mestre

La figura del líder providencial se ha ido repitiendo con diferentes formas y desigual resultado a lo largo de la historia de España. Reyes y presidentes, caudillos y militares, ministros, aristócratas y validos que se encontraron, a veces por aclamación, ante una tesitura crucial. 

Y aunque no faltaron los destellos, el balance final no escapa de esa amargura que marca tantas veces el discurrir de lo hispánico. A Ramón Tamames, economista de prestigio, la propuesta para formar parte de esa larga nómina le ha llegado en su ocaso personal. Esto es una pista del clima político español y también de las dificultades para concretar consensos, pero lo es aun más de las estrategias de refuerzo identitario de Vox, que pasan al parecer por trasladar iniciativas expeditivas que quiebren los métodos y ritmos del PP de Feijóo.

Más allá de la caricatura fácil que suscita el candidato de Abascal, resulta que Tamames ofrece un discurso propio y abierto que enlaza con la gran coalición PSOE-PP –utopía inveterada y recurrente– y se toma con humor darwinista su larga trayectoria política, cuyo comienzo se remonta al PCE de los años 50. Son unos cuantos los políticos conocidos que transitaron, o casi, de un lado a otro del abanico ideológico sin perder por ello el ánimo. Y es estimulante pensar que en ese recorrido debió haber un instante en el que alguien como Ramón Tamames hubo de cruzarse con alguien como Jorge Verstrynge, que, aunque más joven, llegó a ser secretario general de la Alianza Popular de Manuel Fraga y desde hace años se encuentra, aunque también con un discurso muy particular, en la órbita de Podemos.

Estos personajes, de difícil clasificación, ejercen la fascinación del converso pero están expuestos a que sus arriesgados viajes ideológicos se interpreten, a veces muy justificadamente, como movidos por intereses de cargos o prebendas. Eso no debería impedir que respondan a una evolución honesta de pensamiento que puede ser mucho más digna que el inmovilismo.

"No soy un fósil", ha dicho Tamames en este gran momento inesperado de atención, cumpliendo así lo que reclamaba el joven Dylan Thomas: "No entres dócilmente en esa buena noche, que al final del día debería la vejez arder y delirar".

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