Por
  • Javier Sebastián

Velocidad y ruido

Velocidad y ruido
Velocidad y ruido
Pixabay

Leo en ‘Ante todo no hagas daño’, del neurocirujano Henry Marsh, que el 25% de la sangre que bombea el corazón va al cerebro: "Está visto –escribe– que pensar es un proceso que exige muchísima energía". Sin embargo, si uno echa un vistazo a su alrededor, se convencerá de que abundan los corazones que bombean poca sangre a sus cerebros. 

Miren a Shakira, si no. O al príncipe Harry de Inglaterra. Igual es por pereza cardíaca, o por recaudar, pero llama la atención que el lanzamiento al mercado de la canción-venganza de ella (‘BZRP Music Session 53’) y del libro-venganza de él (‘En la sombra’) haya coincidido con el momento de máxima velocidad de la Tierra, llamado perihelio. Ocurrió hace un mes.

Según la segunda ley de Kepler, la Tierra iba a toda mecha alrededor del Sol, unos 110.700 km/hora, una locura, por lo que no es de extrañar que hubiera podido afectarles. A ellos y a otros. A los bolsonaristas, por ejemplo, esos mismos días. Qué miseria. Se diría que a mayor velocidad del planeta, menos irrigación cerebral y, por lo tanto, más broncas se vuelven algunos. A eso hay que añadirle la noticia de que, según Yi Yang y Xiaodong Song, de la Universidad de Pekín, el núcleo del planeta se ralentiza, incluso podría empezar a girar en sentido contrario al de la Tierra. Díganme qué se puede esperar de un planeta con una geofísica tan alborotada. Ruido, gesticulación. Bronca, en fin. Menos mal que en unos meses llegará el afelio e iremos a solo 103.536 km/hora. Un alivio. 

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