Por
  • Fernando Sánchez Morales

¿A qué estás dispuesto a renunciar?

¿A qué estás dispuesto a renunciar?
¿A qué estás dispuesto a renunciar?
Heraldo

Lamentablemente, en este mundo que vivimos se ha puesto de moda la confrontación, y no la sensibilidad de ponernos en el lugar del otro para entender su postura. Estos días estoy leyendo muchos escritos y comentarios en las redes sociales a raíz del proyecto de unión de estaciones, especialmente de ecologistas, personas con una sensibilidad que respeto pero que en la mayoría de los casos me sugieren dudas respecto a sus planteamientos.

A nivel general, creo que el cambio climático difícilmente puede estar generado por el 17% de la población rural, que vive en más de 80% del territorio. Porque las limitaciones medioambientales en los últimos años se han centrado en las zonas de montaña y rurales, donde vive poca gente. Como es lógico, esto no está funcionado y el cambio climático se está acelerando. Igual es momento de cambiar de estrategia y empezar a poner coto al crecimiento desmesurado de los grandes centros urbanos.

La distribución de la población de una forma más uniforme por nuestro territorio evitaría tener que hacer grandes infraestructuras como pantanos, carreteras u obras faraónicas para transportar la energía, disminuirían mucho los desplazamientos al acercar los recursos a los ciudadanos.

Frenar el desarrollo del mundo rural en función de razones ambientales resulta injusto y es contraproducente

Insistir en poner limitaciones exclusivamente a las personas que vivimos en la montaña o en el mundo rural, lo único que genera es más despoblación y mayor éxodo a las ciudades, que necesitan más agua, más energía, más alimentos... en definitiva, como he dicho antes, más infraestructuras y necesidad de transporte, es decir, contaminación.

Por eso siempre digo que lo más importante que se puede hacer para luchar por el cambio climático es ir a vivir al medio rural, ¿estás dispuesto? Algunos lo han hecho. Y me pregunto, ¿a qué están dispuestos a renunciar los que cada vez que se hace alguna actuación en las montañas la critican y piden limitaciones? Me da la sensación de que la mayoría de ellos piden medidas pero siempre que no les afecten.

Es muy fácil pedir sacrificios a los demás, pero a mí que no me toquen la fábrica en la que trabajo, que no me falten unas buenas carreteras para ir a la montaña, ni agua de calidad saliendo por el grifo y un río canalizado y seguro que no se desborde e inunde mi casa cuando, a causa de ese cambio climático, caigan lluvias torrenciales.

¿Esto significa que todo vale? Por supuesto que no, yo me he criado en la montaña y por supuesto que no quiero que se destroce; ante todo, respetar las normativas medioambientales y la reversibilidad de las actuaciones, a partir de ahí creo que podemos hablar.

La contaminación tiene su origen sobre todo en las ciudades

También me pregunto qué sería de nuestra zona y de mí si no se hubieran hecho estaciones de esquí y otras actuaciones como centrales hidroeléctricas o la transformación que hizo el hombre de los montes de Los Arañones. Me contesto: no estaría aquí y mucha otra gente tampoco. Y posiblemente los caminos no estaría limpios, no habría servicios en la zona y muchos de los que nos ven a los montañeses como enemigos de la naturaleza no podrían visitarnos.

Pero claro, para cambiar la tendencia de masificación de las ciudades y volver a vivir a los pueblos habrá que generar economía en ellos para garantizar ingresos a quienes vivimos allí, ¿se está dispuesto a esto? Las nuevas tecnologías y el teletrabajo y posiblemente el tele-estudio pueden ayudar mucho. También descentralizar el desarrollo industrial y logístico.

¿Lo intentamos? ¿Apostamos por ello o nos quedamos cómodamente como estamos y seguimos pidiendo más sacrificios solo al mundo rural?

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