Haciendo fila en la Seo

El trascoro de la Seo de Zaragoza, de efecto espectacular, fue mandado construir por el arzobispo don Hernando de Aragón, nieto del rey Fernando el Católico, en 1557 y sus relieves representan escenas de santos populares aragoneses. La grandiosidad del interior de la catedral, dominada por la verticalidad, impresiona al visitante
Haciendo fila en la Seo
Oliver Duch

De nuevo San Valero llegó ventolero y rosconero. Y, como en los últimos años, con lo que ya es otro costumbrismo: las largas filas para entrar en la Seo de Zaragoza, en uno de los escasos días del año en los que nuestra catedral más monumental está abierta de par en par a los zaragozanos. 

Es un día en el que unos la revisitan y otros la descubren por primera vez, ya que no hay manera de familiarizarse con ella, pues no progresa otro acceso que el de turista, previo pago de entrada.

Valga recordar que la Seo se restauró con el dinero de los aragoneses, tras dos décadas de obras no exentas de problemas que culminaron felizmente gracias al buen trabajo de los arquitectos Luis Franco y Mariano Pemán, que al final de los noventa nos devolvieron una catedral luminosa y brillante. Se hizo, pues, lo más difícil.

En cambio, no se abordó el acceso de los aragoneses. Si uno tiene la suerte de tener un amigo en Mallorca comprobará con envidia como él entra en su catedral con solo su DNI para acreditar su residencia mientras los turistas pagamos entrada. Es una medida sencilla que favorece a los autóctonos y los convierte a la vez en prescriptores, algo que parece inabordable en Zaragoza.

La primera interesada debería ser la Iglesia que, en tiempos de laicismo galopante, limita el acceso a una de sus mejores manifestaciones. También debería motivar a las instituciones que, con los recursos públicos, apoyan un patrimonio que, al margen de quien lo tenga inmatriculado, es de todos. Pero cambian los arzobispos, cambian los presidentes de Aragón y sus consejeros de Cultura, y cambian los alcaldes, y la Seo sigue siendo un paño en arca cerrada.

Y mientras te enfrentas a la fila, piensas en otros contrasentidos hacia nuestras señas de identidad: la falta de escenarios donde escuchar y ver bailar la jota. Con ocasión de la última Fitur, Nacho del Río y Beatriz Bernal fueron dos extraordinarios embajadores de la candidatura de la jota a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Pero, lamentablemente, aquí, salvo para las fiestas del Pilar, no hay programación estable donde oírla o verla. Si programadores turísticos que la escucharon en el recinto de IFEMA de Madrid preguntaran en qué momento de la ruta aragonesa podrían incluir asistir a un espectáculo de folclore aragonés, salvo que coincida con las fiestas mayores de cada lugar, la respuesta es "no sé". Porque no hay.

Cambian los arzobispos, cambian los presidentes de Aragón y sus consejeros de Cultura, y cambian los alcaldes,
y la Seo sigue siendo un paño en arca cerrada

Debería ser sencillo destinar uno de los muchos salones de actos, teatros o auditorios de centros públicos a ofrecer un espectáculo un día fijo a la semana. Donde tantas cosas deficitarias se programan, es paradójico que la jota carezca de carteles estables. Es una pregunta que a lo mejor se hacen los expertos de la Unesco que otorgan la condición de Patrimonio Inmaterial. Estaría bien que les respondiéramos con un calendario tal que ‘Jotas de primavera en el parque’ ó ‘Los domingos, jota en el teatro municipal’.

Tampoco progresamos como merece en el trato a Goya. Es una suerte que fuera paisano… pero la única casa que hay en pie de las diez en las que vivió en Zaragoza sigue fuera de las propuestas públicas. Cualquiera que viaje un mínimo por Europa se queda estupefacto de que, teniendo esa posibilidad, la desdeñemos. Comprar poco a poco el edificio de la Plaza de San Miguel, con respeto a propietarios o inquilinos, debería estar en las agendas públicas. El bicentenario que viene exige obras y no sólo palabras en el recorrido goyesco de Aragón. Como lograr el cambio de nombre de la estación de Delicias a favor de Goya, superando el desinterés del Ministerio hacia la demanda aragonesa. Almudena Grandes, a quien he leído con fruición, ha tenido más suerte.

Igual que la jota pide un escenario estable -¡será por cantadores y bailadores!- y la catedral de la Seo abrir sus puertas a los aragoneses. Menos mal que para reconfortarnos tenemos a mano esa prodigiosa ‘Cruz de navajas’ con la que Susana Casanova, desde la calle San Jorge, ha ganado el premio a la mejor tapa de España. 

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