José-Carlos Mainer recibe

José-Carlos Mainer en una de sus bibliotecas.
José-Carlos Mainer en una de sus bibliotecas.
Toni Galán / HERALDO

José-Carlos Mainer (Zaragoza, 1944) pasa bastante tiempo no solo en su poblada biblioteca (creo que tiene varias) sino ante el mejor y más luminoso cuadro de su tío José Baqué Ximénez. 

Ahí, cada vez que alguien lo visita o lo observa en su sillón de lecturas, se le percibe seguro: es la foto del sabio, del curioso, del que no se fatiga leyendo e intentando entender, del cazador de páginas memorables. Hay un volumen variado, ‘Para ti’ (La Veleta), que retrata al profesor, al historiador de la literatura y al hombre a veces incógnito que se mueve como pez en el agua entre empeños, autores y olvidos.

De cerca suscita ternura, y puede ser no arisco pero seguramente tímido, y por carta, como habría dicho Eloy Fernández Clemente, es cariñoso, fraternal, elegantísimo. De una cortesía inapelable. Mañana, en una jornada que será especial para él y para tantos y tantos que lo admiran -entre los aragoneses de letras habría que citar a Conget, Pisón, Pepe Melero, Vilas, Julio José Ordovás, Mariano Gistaín, Juan Marqués y Daniel Gascón, Irene Vallejo...-, dejará en el Instituto Cervantes alguno de sus anhelos literarios (intentó ser creador de ficciones y desistió pronto) y de sus textos de referencia como ‘La Edad de Plata’, un término que no inventó él pero que define a las mil maravillas cuánto de excepcional pasó desde el inicio del siglo XX hasta la Guerra Civil.

A Mainer le ha interesado todo. Tiene una enciclopedia de sensibilidad, erudición y memoria en la cabeza. Sus textos son una miniatura de datos, de análisis y de contextos. Ha estudiado con profundidad a autores como Ramón J. Sender y Benjamín Jarnés, ha abordado la historia de la modernidad y de las vanguardias en Zaragoza en ‘Luces de la ciudad’, ha escrito de Miguel Labordeta y Joaquín Costa e Ildefonso-Manuel Gil, de quien fue muy amigo, dirige grandes proyectos literarios por tomos y en su pasión de crítico voraz mezcla novela, poesía y ensayo. Ha editado a Pío Baroja (le dedicó también una biografía) y ha tenido una gran amistad con Rosendo Tello (su poeta aragonés de cabecera, sospecho) y con Joan Margarit, el poeta arquitecto. Sus alumnos, como ha recordado Martínez de Pisón, lo admiraban como lo que es: un faro de escrituras, de intención, de belleza y de sueños. Hace unos días, conmovido, despidió con unas flores a su gran amigo del alma Paco Uriz.

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