El desgarro permanente

Pleno de las Cortes de Aragón con el protagonismo de Javier Lambán y Arturo Aliaga
Pleno de las Cortes de Aragón
José Miguel Marco

La política se consume en España con demasiada frecuencia en el gesto y la imagen, un síntoma de infantilismo que, lejos de aplacarse, se celebra sin complejos. En medio de ese ambiente naif, el pasado jueves el presidente Sánchez aseguró que entre la manifestación independentista de ese mismo día en Barcelona y la de ayer sábado en Madrid en contra del Gobierno y a favor, según sus convocantes, de "España, la democracia y la Constitución" es "donde se encuentra la mayoría de españoles". 

Influido por el estilo ‘Barrio Sésamo’ que a menudo nos invade, uno podría creer, como si se tratara de un acertijo, que es en el viernes donde está la mayoría, pero la frase de Sánchez forma parte de una estrategia de pretendida moderación, un viaje al centro impulsado por la proximidad electoral que se prevé lleno de turbulencias sobre todo a causa de sus socios. Algunos de ellos estaban precisamente en una –adivinen en cuál– de esas manifestaciones.

Es sabido que el centro no es una doctrina política sino un talante que reivindica el monopolio de la moderación y que necesita de referencias externas, a derecha e izquierda, para encontrar acomodo. Su peculiar naturaleza en el imaginario de la política lo hace especialmente vulnerable. La coincidencia de la descomposición de Ciudadanos y la crisis del PAR demuestra que el centro, como dijo Duverger, está "condenado a un desgarro permanente". Y así lo confirman en España los precedentes de la UCD, el CDS o incluso el Partido Reformista de la efímera operación Roca.

A pesar de ello, la ausencia de un partido centrista no significa su desaparición política sino su asimilación por otras fuerzas, lo que abre un codiciado campo de batalla, y justo en él están ahora Sánchez y Feijóo. El cisma del PAR, sin embargo, posee claves propias en Aragón. Entre ellas es fundamental que sea la parte casi exótica del cuatripartito en el Gobierno. A diferencia de lo que en su día lograron el PSOE en Andalucía y el PP en Galicia, ambos partidos estatales no han perseguido apenas al elector aragonesista, lo que explica la resistencia, a pesar de su lento declive, que ha demostrado el PAR a lo largo de los años. Lo sustancial de su crisis es que está en juego la futura deriva de toda la política aragonesa.

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