La espantada de Pere Aragonès

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
La espantada de Pere Aragonès
Andreu Dalmau

Ha podido leerse en algunas webs que Pere Aragonés era el ‘anfitrión’ de la cumbre hispano-francesa que se celebró ayer en Barcelona. De eso nada. La anfitriona era España. Y a España la representaba en esa reunión el presidente del Gobierno de la nación, Pedro Sánchez. 

A Aragonès, como presidente del Gobierno autonómico, le correspondía participar en el protocolo que dio la bienvenida a Emmanuel Macron en un lugar preferente, pero secundario, junto a otras autoridades. Y punto. Pero prefirió, como es su costumbre, hacer un feo y largarse antes de tiempo, después de haber saludado a Macron y cruzar algunas palabras, pocas, con él. Lo que vuelve a demostrar que el ombligo del separatismo catalán es tan grande que no cabe en actos ni en asuntos de Estado. Es posible que a Aragonès le parezca que hizo una gran cosa al dar la espantada antes de que sonasen los himnos nacionales de España y Francia. En su rueda de prensa posterior, en solitario, presumía muy digno de haberle dejado claro al presidente francés cuáles son las aspiraciones de Cataluña. No sabemos si Macron se avendrá a cederle la ‘Cataluña Norte’ a la Generalitat, pero lo que sí se puede ver con claridad es que Aragonès hizo el ridículo. Lo que tampoco es raro en un movimiento separatista cuyo líder de hace cinco años proclamó la independencia y un minuto después salió por patas y no paró hasta Waterloo. En fin, que ya puede predicar Pedro Sánchez que a base de dorarles la píldora a los secesionistas ha conseguido normalizar la situación en Cataluña. La realidad es que no.

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