Sin humo ni excesos

Señal indicadora de la zona de bajas emisiones en Zaragoza.
Señal indicadora de la zona de bajas emisiones en Zaragoza.
Guillermo Mestre

Zaragoza ha empezado a abrir ese regalo que se llama ‘zona de bajas emisiones’ y que delimitará los espacios donde no podrán circular los vehículos más contaminantes. Arranca así para la capital una novedad y sobre todo una oportunidad de hacer del centro un territorio más tranquilo y limpio.

 A su vez, los zaragozanos tendrán la oportunidad de distanciarse de lo ocurrido en otras ciudades, donde el inicio de este tipo de restricciones se convirtió en un lío monumental abonado por el populismo político y la cerrazón de algunos conductores. Yo me llevo soportando con Madrid más de diez años y he tenido la oportunidad de ver cómo se implantaba este modelo, primero con el Madrid Central de Manuela Carmena; ahora con el Madrid 360 de Almeida, que no deja de ser prácticamente lo mismo y supuso en la carrera del actual alcalde de la capital una rectificación después de haber hecho campaña electoral con la promesa de eliminar dichas restricciones. La realidad es que Almeida se inventó un hermano gemelo del modelo Carmena pero con otro nombre, lo que supuso un coste para cambiar todas las señales y cartelería, y una moratoria de multas que ejemplificó cómo este tipo de restricciones mejoran la calidad de vida de los vecinos del centro y convierten las ciudades en espacios más amables. A nivel social, las restricciones abrieron en los madrileños un debate de excesos que rozó lo ridículo; aparecieron personajes que contra la nueva norma declaraban su amor por el coche. Aquello en ocasiones llegaba a tal punto, que me los imaginaba aparcando en el recibidor de casa. Siempre me acuerdo de ellos cuando voy caminando a algún sitio y les adelanto a ritmo de paseo mientras les veo disfrutar (supongo) de un atasco que a luces rojas no le gana ni el alcalde de Vigo.

Como consejo, confío en que la normativa de Zaragoza sea realista con la densidad de tráfico de las calles principales del centro, evitando permisividades que desaten caos como el de la Gran Vía de Madrid, donde uno se puede leer el ‘Ulises’ de Joyce o ‘Ambiciones y Reflexiones’ de Belén Esteban antes de atravesarla. Como deseo, que no todo sea una norma y los zaragozanos seamos más sensatos en conjunto y entendamos que la movilidad debe cambiar, más por cordura que por ley (y a poder ser, sin patinetes).

@juanmaefe

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