Un alivio insuficiente
Al presentar ayer el nuevo conjunto de ayudas para paliar la inflación, Pedro Sánchez trazó un cuadro excesivamente triunfalista de su propia gestión.
Algunas medidas van en la buena dirección, pero otras llegan tarde y no tienen la amplitud suficiente. Y en todo caso, el Gobierno no parece consciente de la vulnerabilidad de las finanzas públicas de nuestro país. Como ignora también o menosprecia el riesgo que para la estabilidad política suponen sus concesiones a los separatistas y los tejemanejes legislativos que las acompañan.
El Gobierno se ha encontrado este año con una inesperada ‘bonanza’ fiscal: los ingresos públicos aumentan debido a la inflación en abierto contraste con los apuros que sufren los hogares y las empresas. Hubiera sido lógico, por tanto, aplicar con rapidez una rebaja de la presión impositiva junto a determinadas ayudas sociales. Pero el Ejecutivo ha ido actuando con cuentagotas, tardíamente. Y de manera insuficiente, como vuelve a ocurrir con la reducción del IVA aprobada ayer, que deja fuera muchos alimentos habituales en la cesta de la compra. El cheque de 200 euros para rentas bajas resulta acertado, pero puede encallar en las demoras y complejidades de su solicitud y tramitación, como ha ocurrido ya con otras ayudas sociales. El panorama de la economía española, en todo caso, aunque haya aspectos positivos en el crecimiento y en el mercado laboral, es preocupante. España, a diferencia de los demás grandes países de la UE, no ha recuperado aún el nivel prepandemia del PIB y la sostenibilidad de su deuda pública puede verse comprometida por la subida de tipos de interés y por las incertidumbres del panorama internacional, lo que obliga a tener a medio plazo una visión de estabilidad fiscal que no figura en el discurso de Sánchez. En cuanto a las cuestiones políticas, el presidente, aunque rechace, como es obligado, el referéndum que pide la Generalitat catalana, continúa defendiendo sus arriesgados pactos con los separatistas.
