Cuento de Navidad

Cuento de Navidad
Cuento de Navidad
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Es miércoles, su única tarde de fiesta en toda la semana. 

Desde hace 208 semanas, cuatro años, desde que llegó a España y encontró este trabajo. Afortunada por tener trabajo. No tiene papeles pero al menos tiene un sueldo y una habitación para dormir. Le gustaría tener un piso propio o, al menos, una habitación en un piso compartido. Pero esto es lo que hay: una habitación en la casa de los señores, los miércoles por la tarde libre y 900 euros al mes. Ahorra todo lo que puede para mandárselo a sus hijos. Los miércoles pasea y pasa frío. Solo tiene un abrigo fino que se compró en el rastro. En Nicaragua no hace frío. En la maleta trajo una chaqueta, pantalones y camisas, un vestido de tirantes que no se ha puesto nunca, una foto con sus hijos.

Los miércoles pasea y se acuerda de ellos. Los sábados por la noche hablan por teléfono. Al principio iba a un locutorio, pero desde que se compró un móvil un poco mejor hacen videollamadas por whatsapp. A veces se corta y no se oye muy bien. A veces sus hijos están ocupados con sus cosas y no le hacen mucho caso. El mayor ha empezado la universidad. El pequeño aún va al colegio. El mediano no quiere hacer nada. Su hermana les cuida y ha ido arreglando la casa de sus padres con el dinero que ella manda. Gana más ahora que cuando era maestra en Matagalpa, pero le gustaba más dar clase. Este sábado por la noche los señores le dan fiesta, pero no tiene dónde ir. Paseará y hará tiempo. A medianoche en España, hora de cenar en Nicaragua, hará una videollamada. Se seguirá preguntando si valió la pena. ¡Feliz Navidad!

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