Enredos climáticos

Enredos climáticos
Enredos climáticos
Heraldo

Terminó la COP27 (Conferencia sobre el Clima) de Egipto sin grandes compromisos. 

Por eso mismo, la crisis climática se dilatará. Todos debemos ayudar a aminorar sus efectos y la rapidez con la que se incrementa. Casi nadie niega el aumento de gases de efecto invernadero. Su creciente presencia incentiva una crisis climática con olas de calor, sequías, lluvias torrenciales, deshielos de glaciares, subida del nivel del mar, hambrunas y muchas más cuestiones de daño social, incluidas las escasas cosechas agrícolas con los consiguientes aumentos de precios y extensión de las hambrunas. De hecho, desde 1977 casi cada año se ha superado la temperatura media global del anterior. Lo explica una y otra vez ‘Climate Trace’ en su web. También allí se muestra el mapa mundial de grandes emisores. Incluidos Aragón (seis puntos negros) y España (288 con la planta siderúrgica de Arcelor Mittal de Asturias, las carreteras y el aeropuerto de Madrid a la cabeza). El calentamiento global se recalienta; algunos árboles frutales florecen en Aragón a finales de noviembre.

La 27ª Cumbre del Clima, celebrada en Sharm el Sheij (Egipto), terminó con
resultados decepcionantes

Recientemente, una dirigente política española descalificaba con acritud a quienes protestan o se lamentan por la inacción ante la crisis climática (HERALDO, 10 de noviembre); usaba argumentos de nula consistencia científica. Como decimos por aquí son ganas de enredar (meter discordia y perder el tiempo). Pero no podemos cruzarnos de brazos, como hacen los líderes mundiales rehenes del cortoplacismo, y continuar con el enredo de los ‘compromisos no vinculantes’ aprobados en la anterior cumbre de Glasgow. Esta dejación aumenta la fragilidad de la seguridad humana. La ONU pretende comprometer a todo el mundo en sus cinco acciones prioritarias: alimentación, agua potable, servicios de salud de calidad, educación colectiva y cuidado del medio ambiente. Todos maltrechos por el cambio climático.

Terminó la enredada COP27, a la que no acudieron algunos grandes contaminadores, y nos dejó compromisos de bajo alcance: apenas la creación de un fondo de ayuda para que los países pobres arreglen sus daños climáticos y poco más. Han triunfado los 636 ‘lobistas’ de los combustibles fósiles presentes en la cumbre, un número mayor que los representantes de los 10 países más afectados por el cambio climático. ¡Lo que enredarían tras las bambalinas! En el centro del debate daba vueltas la presión para que las naciones se embarquen en gravar los beneficios extraordinarios de las energéticas y así pagar la factura de esta crisis, en acabar ya con las subvenciones al petróleo, el gas y el carbón. Pero ni por esas. Mientras, los dos mayores contaminadores, EE. UU. (proveedor de Europa de gas del ‘fracking’) y la incógnita China (el mayor emisor de CO2 y el mayor inversor en energías limpias), siguen a lo suyo y muchos tras su sombra. Un mal ejemplo para implicar a la ciudadanía global.

Tenemos que exigir a los gobiernos que adopten
medidas más concretas y más rápidas si queremos frenar el cambio climático

Parecían ilusionantes los deseos previos de la UE: aumentar del 55% al 57% la rebaja de emisiones para 2030, reducir un 15% el consumo de gas este invierno y de electricidad en las horas punta, mejorar la ‘falta de credibilidad’ de parte de la sociedad civil, quizás motivada por la inacción global o por la influencia de los lobistas; así como el castigo al ‘lavado verde’ de algunas corporaciones. Falta comprometerse a eso y mucho más. En realidad el consumo de combustibles fósiles no ha hecho sino crecer tras la guerra de Ucrania; Alemania reabre su mayor mina de carbón. Otro embrollo egoísta. Nadie quiere pasar frío, redimensionar sus desplazamientos o parar sus industrias.

En definitiva, tras el no éxito de la COP27, que aumenta la inseguridad humana y otras dificultades de la vida global, hay que dejar de malmeter. Debe cambiar el panorama energético a base de entretejer compromisos, de no enmarañar cualquier tema ecosocial con palabreríos políticos que acentúan la crisis climática. Al contrario, se trata de reconocer aquello que cantaba Pau Donés (Jarabe de Palo) en ‘Para enredar’, que nos inspiró maneras de rebelión del pensamiento ante la inacción climática "para preguntar, para opinar, para contestar, para importunar, para respetar... Y así ser libres". O sentirnos menos frágiles hasta la COP28.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión