Por
  • Cartas al director

Cartas al director de HERALDO: Ciento noventa años de municipalismo

Fachada del Ayuntamiento de Zaragoza
Fachada del Ayuntamiento de Zaragoza
O. Duch

Ciento noventa años de municipalismo

En 2023 se cumplen 190 años de municipalismo democrático en España. 

El ayuntamiento se ha mostrado como la institución más cercana y eficaz. Una de las tareas más complicadas que tiene un político es la de ser alcalde. Difícil a la par que gratificante. El camino recorrido por los ayuntamientos desde 1833 ha sido largo y penoso. Primero, apenas eran meros recaudadores de impuestos: la rústica y la urbana. En la actualidad el ciudadano tiene en el ayuntamiento un referente para cualquier problema personal, social, cultural, laboral… Muchas veces sin tener las competencias ni el dinero, tiene que afrontar problemáticas que no le competen. El ayuntamiento tiene que establecer multitud de convenios para sacar adelante la ciudad. Otras veces las instituciones de rango superior intervienen modificando planes e infraestructuras. Por ejemplo, colocando el nuevo hospital fuera del área urbana y originando problemas de accesos y de servicios. La historia democrática de nuestros ayuntamientos comienza en 1833 de la siguiente forma: "Por Real Decreto de 10 de noviembre de 1833, la Reina Gobernadora encargó a Javier de Burgos un proyecto de ley sobre Organización de los Ayuntamientos. El Real Decreto iba acompañado de una Instrucción para que los Intendentes recordasen a los Ayuntamientos del Reino que las elecciones debían estar realizadas antes del día 1 de enero de 1834". Así pues, con las salvedades precisas (dictaduras), debemos acordar que 1833 es el inicio del municipalismo democrático y contemporáneo. Por esta razón y tras 190 años sería necesaria una ley que garantizara una suficiente autonomía municipal, dotando a los municipios de un presupuesto adecuado y señalando sus competencias. Así como que las nuevas competencias vinieran acompañadas de su correspondiente presupuesto.

Chusé María Cebrián Muñoz. TERUEL

De los patinetes a los drones

Hay tantas cosas que me gustaría decirles a las diferentes administraciones para que cambien, para que piensen en los ciudadanos y no en las apabardas, que casi no sé por dónde empezar. Hoy hablaré de una, porque me ha tocado de cerca. Espero que no tengan que seguir sucediéndose pérdidas irreparables para que, alguien, un poco despabilado, caiga en la cuenta de regular el uso de patinetes, bicicletas y otros vehículos de movilidad personal en la ciudad. Primero por la seguridad de sus propios usuarios y luego por la de los demás, sin olvidar que suelen ser personas jóvenes quienes más los utilizan y, normalmente, están más preocupados por el flequillo que por otra cosa. Pueden multarlos e incluso hacerles controles de alcoholemia (y me parece bien), pero no tienen obligación de llevar un casco protector que puede salvarles la vida, ni de tener seguro obligatorio, ni permiso de circulación, ni matrícula identificativa, ni el conocimiento de las normas de circulación con un curso previo, que, por si no han caído en la cuenta, también son formas decentes de recaudar impuestos y prepararían a los usuarios de dichos artefactos para circular con mayor seguridad. Es posible que estos requisitos vayan en contra de los intereses de alguien que pueda estar haciendo negocios, y no le sean convenientes, pero estoy convencida de que, si hemos sido capaces de llevar mascarilla hasta para mear durante algunos años, sabremos adaptarnos. Hago una reflexión, para quien corresponda, regulaciones y leyes se pueden hacer para prevenir. Está claro que los ciudadanos llevamos otro ritmo bien distinto al de nuestros gobernantes, y eso es un problema, así que vayan pensando en cómo van a regular el uso de drones de reparto y los de transporte, porque, en nada, nos veo pululando por los aires sin casco ni cinturón de seguridad, ni normativa que lo impida.

Tiscar Valero Martínez. ZARAGOZA

Malditas colillas

En lo de fumar o no fumar no me meto, cada uno que haga lo que quiera. Pero hay una cosa que me molesta profundamente de algunos fumadores: las colillas. Están las aceras llenas de colillas. No hay nada más, ni plásticos, ni papeles, casi ni chicles hay ya, solo colillas. Creo que como sociedad hemos ganado conciencia en los últimos años con la basura o el reciclaje, pero con las colillas no. A mí no se me pasa por la cabeza ir por la calle y tirar un papel, un plástico, un envoltorio… me daría vergüenza. Sin embargo, cada día veo a fumadores que van caminando y cuando se les acaba el cigarro lo tiran, sin más, al suelo. Algunos lo pisan y lo apagan, otros ni eso, pero ahí se queda, en la acera. ¿Soy la única a la que le molestan? Generar basura para que otros la limpien. Ya podríamos aprender de los japoneses que, además de no ensuciar, se ponen a recoger la basura de los demás en los campos de fútbol cuando terminan los partidos del Mundial.

Patricia Gabás Vispe. ZARAGOZA

A cada cuestión, su opinión y su voto

Todos tienen su antecedente, las famosas hemerotecas no permiten novedosos cambios en las posiciones de ninguna fuerza política o miembro de partido político alguno. Ahora es la ley del ‘solo sí es sí’, los Presupuestos o la que rebajará las condenas de los independentistas condenados por sedición. La ofensa, el desafuero en el proceder de nuestros representantes se torna normalidad. Y todo ello sin acudir a lo importante, a lo esencial de nuestro Estado de derecho: la democracia que nos hemos dado y que nuestra Constitución desarrolla. Nuestra democracia valora la opinión y el sentir del ciudadano, acoge a todos, todos tienen el mismo valor, la misma representatividad en la formación de nuestro Soberano. La única expulsión de ese cuerpo de soberanía debiera ser el deseo de ruptura del mismo. No sería por imposición de nadie sino por la propia exclusión personal. Hoy plantea dudas que nuestro representante de la soberanía popular, el Parlamento, case con la sociedad que representa, puede que incluso si nuestra democracia está en peligro. La aprobación de las leyes que organizan nuestro ser y estar, si son democráticas, responde al principio de la mayoría. Pero debe ser una mayoría sobre aquello que se quiere legislar, no puede utilizarse su voto para conseguir favores o dinero que nada tienen que ver con lo que se vota, sería una prostitución de la democracia. Nada debiera tener que ver la estructura económica o la distribución de las distintas partidas de un Presupuesto, con el ejercicio de competencias en seguridad de las comunidades autónomas (sea en tráfico o en seguridad marítima). A cada cuestión su opinión y su voto. Y si no puede ser así, pues consúltese al Soberano, lo otro es prostituir los órganos que nos representan.

Luis Vernet Gómez. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

cartas@heraldo.es

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión