Musethica

Musethika
Musethika
Heraldo

En el libro ‘Musethica. 10 años compartiendo música’ editado por el Gobierno de Aragón, contribuyo con unas pocas palabras que quiero repetir aquí añadiendo algunos detalles.

En ese texto comienzo enfatizando que siempre es posible soñar mundos y cosas que no existen. Siempre es posible inventar e imaginar. Pero no siempre se suman la capacidad de soñar con la voluntad para hacer realidad los sueños. Musethica es fruto de esa conjunción.

Comenzó una tarde en la cafetería del Conservatorio Superior de Música de Aragón (CSMA), en una conversación con Avri Levitan. Su calidad como intérprete y docente se sumó a un ambiente excepcional. El entonces director Pedro Purroy acompañado por Rolando Prusak hicieron del CSMA un centro de referencia de la educación musical en España y en Europa, atrayendo a los mejores profesores y a los estudiantes con más talento. Ahí también se estaba aplicando un programa disruptivo de didáctica de la música coordinado por Sergio Castro. Padres, niños, estudiantes, profesores coincidíamos en una atmósfera llena de vida y creatividad. Fue un lujo participar de aquella oportunidad y de ese proyecto, truncado tristemente por la intervención de quienes fueron incapaces de ver el futuro que ahí se sembraba. Aquello fue cercenado por la mediocridad de quienes mostraron una incompetencia galopante a la hora de acompañar algo que ya no ha vuelto a ser así. En cualquier caso, fue una suerte que Pedro pusiera toda la energía en hacer del CSMA un lugar singular y que junto con Rolando trajese a Zaragoza a Avri, un vórtice de la creatividad y de la música. ¡Un ciclón de la naturaleza!

La iniciativa pedagógica y de difusión de la música Musethica, nacida en Zaragoza, cumple ahora diez años, demostrando que, con buena gestión y organización,
es posible convertir los sueños en realidad

Avri tenía claro –y sigue teniéndolo– que los jóvenes músicos necesitan dar lo mejor de sí mismos interpretando para todo tipo de públicos y en lugares donde socialmente no suele suceder. Una idea potente, sencilla en su definición y nada fácil de llevar a la práctica. Necesitaba de alguien capaz de convertir el sueño en realidad. Tras un par de conversaciones, le presenté a mi hermana, Carmina, y a partir de ese momento hicieron el resto. ¡Que no es poco! Entre los dos se volcaron en vertebrar ideas y praxis, en traducir la imaginación de Avri mediante la capacidad de liderazgo, gestión y organización de Carmina.

En el libro, disponible en versión digital en la dirección ‘musethica.org’, tienen una muestra del camino recorrido estos años. Son muchas las personas que lo han hecho posible. Sin esas aportaciones individuales nada sería igual. En Musethica, la suma de voluntades muestra que es posible soñar y hacer los sueños realidad.

Por eso, quiero adherirme desde aquí a esa buena noticia. Durante esta semana se celebra el décimo aniversario de Musethica con una serie de actividades y conciertos que han estado precedidos por una exposición en el paseo Independencia de Zaragoza. Todo ello se puede consultar en la página web de la organización. Una década. Se dice pronto. Tres mil seiscientos cincuenta y tres días. Se pasan sin sentir. Tiempo evaporado pero, sobre todo, vivido para recordar y seguir soñando.

A poco que se tenga una edad, se sabe que cada día viene acompañado de sus inclemencias y contratiempos. Cada día cuesta, cada paso pesa, pero es posible hacer que se esfumen los sinsabores entre los huecos de la memoria porque, a la vez, las alegrías y buenas noticias tejen de sentimientos la suerte de estar vivos. Los días, a medida que se tienen años, parecen un instante, como un abrir y cerrar de ojos. Son un parpadeo donde se puede apostar por la conciencia, donde se siente el antes y el después, donde se pasa de ver y oír a recordar, sabiendo que pese a todos los pesares merece la pena apostar por la belleza, la justicia y el amor. Algo que en el caso de la música que se vive en Musethica se aprecia en una combinación difícilmente explicable. Quizá por eso mismo resuenan los versos de Pablo Milanés cuando cantaba aquello de "la vida no vale nada si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama". Reitero, ¡siempre es posible soñar y trabajar para hacer los sueños realidad!

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