Pendientes del juez
Las palabras de la Fiscalía se han convertido en una victoria moral para los críticos del PAR.
La inesperada rotundidad del fiscal respaldando la demanda por las supuestas irregularidades en el congreso de los aragonesistas ha reavivado una tensión interna que, pese a no estar superada, había entrado en una fase de cierto olvido mediático. Con los críticos apartados, el PAR de Arturo Aliaga había recuperado su discreto papel en el cuatripartito caminando con comodidad hacia las elecciones municipales y autonómicas. El juicio, a la espera de sentencia y al que se le atribuía una trascendencia menor, ha reactivado a los críticos en las fechas previas a la elaboración de las listas electorales mientras ha sacudido inesperadamente a Aliaga y forzado la atención de PSOE y PP. El nerviosismo ante el desenlace, que ahora apunta hacia cualquier posibilidad, confirma, en cualquier caso, el significado papel que continúa jugando el PAR en la política aragonesa, definida por unas matemáticas parlamentarias que se ajustan a la décima.
Especialmente atentos, los populares saben que una decisión del juez tendente a la repetición del congreso ocasionaría un evidente debilitamiento político de la figura de Aliaga. No solo se abriría la opción de una negociación política con el PAR cara a la búsqueda de futuras mayorías, hoy cegada por la lealtad mutua que rige la relación entre Lambán y Aliaga, sino que también sería empleada como un ataque contra la estabilidad del cuatripartito. Aunque en el PP se es consciente de que en el seno del PAR se arrastra un intenso malestar por lo que se considera un repetido y constante deseo popular por apartar a muchos de sus alcaldes de las siglas aragonesistas, nada descarta que con otro presidente surgido de un nuevo cónclave congresual las relaciones entre las dos formaciones pudieran reorientarse.
Decida lo que decida el juez, el PSOE sí se está interrogando sobre la capacidad de Aliaga para hacer frente a los críticos y sobre su fortaleza para conformar el imprescindible número de listas municipales que multipliquen las opciones del PAR para acceder a las Cortes regionales. Aliaga, que traslada un especial optimismo y se muestra convencido de que alcanzará un mínimo de 500 listas en todo Aragón, un número con el que los aragonesistas creen podrían mantener los tres diputados, sabe que su fortaleza negociadora se asienta no solo en la incertidumbre que acompaña a su condición de bisagra sino en un poder municipal y provincial que resulta en la actualidad especialmente importante para los socialistas.
Con un PAR afectado por una nueva sacudida en el supuesto de que se celebrase otro congreso, la duda pasaría por conocer cuál sería la reacción del votante y dónde recalaría esa papeleta del centroderecha regionalista. Pese a que en Aragón siempre se ha considerado que existe un voto de derechas que se resiste a acudir al PP, la evidencia de Ciudadanos como una marca en declive invita a pensar que, en esta ocasión, populares y Vox se verían claramente beneficiados por el descalabro del PAR.
Como paradigma de la judicialización de la política, lo que ocurra con el PAR tendrá claras repercusiones sobre el resto de partidos. Pese a que los críticos son conscientes de que si arrebatasen el control a Aliaga se harían con una formación fracturada, afectada por una batalla intestina, también tienen claro que no cejarán en su empeño.
