Otra oportunidad en Las Armas

Zaragoza puede presumir de lo grande que es su Casco Histórico tanto como avergonzarse del abandono de gran parte del mismo.

Aquí y allá, solares y construcciones que llevan lustros sino décadas vacíos, incluso en las calles más nobles; otros edificios valiosos para entender la ciudad cuya demolición ya se ha aprobado; intervenciones urbanísticas de muy distinto pelaje, algunas hasta afortunadas, pero que no encajan entre sí; ausencia de equipamientos sociales y deportivos que son comunes en otros barrios; la imprescindible e impostergable peatonalización que no avanza; la hostelería, como si fuera la única actividad económica posible, comiendo terreno de todos… Y, sobre todo, unas bolsas de pobreza, de exclusión, que debieran resultar insoportables.

Este triste estado de las cosas se percibe fácilmente en el Gancho, entre otros motivos  porque todavía está reciente el recuerdo de cuando aquello se llenaba de vida, de juventud, de música; esos años en que el Centro Las Armas y otras experiencias transformadoras ligadas a la cultura, con la implicación de algunas de las mentes más creativas de la ciudad, irradiaron actividad a toda la zona. Un espejismo, sí, que se desvaneció enseguida entre errores ajenos y propios que de paso soliviantaron a parte de los vecinos. 

Hoy, cuando hablar allí de gentrificación suena a chiste, se anuncia una pronta reapertura de Las Armas con nuevos gestores. Que tengan suerte y acierten, porque ahora mismo no se adivinan grandes alternativas.