Responsable de redacción en heraldo.es

Tras el cristal empañado

Cristal empañado.
Cristal empañado.
 

Quién sabe la de sufrimientos que ocultan los cristales empañados por el frío. Hay quienes en su día enjugaban sus deudas sin problemas y ahora solo alcanzan a enjugar sus lágrimas. Se arremolinan entre mantas esperando a que pase rápido un invierno que se adivina eterno. Si hace unos meses se martirizaban para evitar encender el aire acondicionado, ahora les atormenta enchufar el calefactor. Ayer era el infierno, hoy es el invierno.

Ni antes ni ahora osan pedir ayuda porque en su cultura lanzar un SOS es algo indigno. Porque llevan toda una vida apañándoselas como pueden. Porque en su código genético no figura la opción de pedir un salvavidas para no perecer en el intento. En todo caso, están acostumbrados a lanzarlo sin pedir nada a cambio. "El lujo es comer adecuadamente", recitan desde el púlpito televisivo en un anuncio. Y calentarse adecuadamente, y dormir bajo un techo...

Hay otras angustias que también son invisibles a las miradas. Son dolores del alma y no se perciben en el exterior: quienes los sufren no llevan un brazo en cabestrillo, ni unas muletas en las que apoyarse, ni la cabeza rapada, ni cicatrices. Solo los ojos más avezados aciertan a distinguir el inmenso vacío que esconden esos rostros. Algunos son diestros en el arte de ocultarlo detrás de una gran sonrisa. Puede que el único antídoto sea tenderles la mano y, sobre todo, el oído, escucharles, darles la oportunidad de desenmascarar aquello que ensombrece su alma.

(Este miércoles se celebra el Día Mundial de la Tolerancia, una efemérides instaurada por la ONU en 1995 para luchar contra los prejuicios hacia quienes no son como nosotros). 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión