Por
  • Eva Cosculluela

Todo vale, supongo

Saludo entre Sánchez y Ayuso en las escaleras de la Moncloa
Todo vale, supongo
Efe

Tal día como hoy hace 151 años, el periodista Henry M. Stanley encontraba por fin a David Livingstone tras casi trescientos días de búsqueda. 

El encuentro se produjo a orillas del lago Tanganika, en la aldea de Ujiji, y dio pie a una de esas frases que quedan para la posteridad: "Doctor Livingstone, supongo". Sin embargo, los biógrafos de Stanley apuntan a que esas palabras nunca fueron pronunciadas: el periodista arrancó páginas de su diario para que la realidad no estropeara un titular tan redondo como el que firmó en el ‘New York Herald’ meses después.

Que un buen periodista no debe dejar que la realidad estropee una buena historia –frase que se atribuye a ‘Primera plana’, de Billy Wilder, pero que tampoco se pronuncia en esa película– es un axioma que ha trascendido el periodismo y se ha instalado en la política: retorcer la realidad hasta que encaje con los intereses de un político o de un partido es ya tan frecuente que ni siquiera nos extrañan las salidas de tono.

Dirigentes como Trump, Bolsonaro o, sin salir de nuestras fronteras, Díaz Ayuso, que abrazan el populismo como dogma y que aplican el maquiavélico principio de que "el fin justifica los medios", se han convertido en expertos. Estos días hemos visto a Ayuso comparar al presidente del Gobierno con un dictador represor y sugerir que está preparando un golpe de Estado para acabar con la monarquía con la intención de tapar una nefasta gestión sanitaria que le ha explotado en las manos. Lo peor es que hay gente que compra sus titulares.

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