Al día siguiente, y después...

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Heraldo

En los últimos días hemos leído testimonios de algunos de los protagonistas que nos recordaban el 40º aniversario de la arrolladora victoria del PSOE en las elecciones de octubre de 1982. 

El PSOE logró en octubre de ese año un total de 10.127.392 votos, el 48% de las papeletas válidas, y casi dobló en escaños a la siguiente fuerza política, Alianza Popular. Parece difícil que una victoria como aquella se pueda volver a repetir en nuestro país.

Los textos que hemos leído son dispares. Algunos vienen marcados por una perspectiva personal y otros son acercamientos históricos o literarios. Siempre he defendido la utilidad y la necesidad de poner en perspectiva una época ya lejana, destacando lo básico y apartando lo accesorio, pues nos permite entender mejor nuestro propio tiempo. Asumiendo que algunas de nuestras debilidades y fortalezas se remontan a aquellos años. Pero para hacerlo bien entiendo que es necesario recordar a todas las personas que hicieron posible ese triunfo.

Quince ministros, todos hombres, formaron el primer Gobierno socialista tras la histórica victoria del 28 de octubre de 1982. Junto al presidente, Felipe González, y el vicepresidente, Alfonso Guerra, constituyeron el 3 de diciembre de aquel año el Gabinete que pondría en marcha las reformas legislativas en varios frentes que articularon la España inmediatamente posterior a la Transición. Ahora, al ver la fotografía, nos sorprende la ausencia total de mujeres. Desgraciadamente no ha llamado la atención a casi nadie durante años. Me ha sorprendido el testimonio que he leído de uno de los integrantes de ese gobierno: "Días antes le pregunté a Felipe: “Oye, ¿hay mujeres en el Gobierno?”. Y me contestó que no lo había conseguido". Entonces en el PSOE existía un colectivo llamado Mujer y Socialismo integrado por mujeres que formamos parte de diferentes cargos de la Administración y alguna de ellas años más tarde fue ministra, Matilde Fernández.

Al preguntar a los ciudadanos, la mayoría cree que el Gobierno de González fue, en términos globales, positivo para el desarrollo del país. Citan como conquistas decisivas la consolidación de la democracia, es decir, la desaparición de la amenaza militar. Señalan la importancia de sentar las bases de un primer desarrollo del Estado de bienestar; encajar a España en el concierto de las naciones, abrirla al mundo, y que los españoles perdieran en gran medida su viejo complejo de inferioridad; y los avances en educación.

Al recordar, cuarenta años después, la victoria del PSOE en las elecciones de octubre de 1982, hay que tener presente el nombre de José María Maravall, que fue ministro de Educación e impulsor de la corriente socialdemócrata en el partido

Yo deseo ponerle nombre al que protagonizó estos avances. Ese ministro de Educación fue José María Maravall. Él ha acompañado mucho tiempo y con muchas complicidades mutuas a Felipe González. Antes de ser ministro de Educación fue secretario de Formación de la comisión ejecutiva federal del PSOE. Este testimonio resulta muy revelador de su protagonismo. Es el año del congreso extraordinario en el que el PSOE abandona el marxismo: "Viene Solana a mi casa por la noche y me dice: “José Mari, me dice Felipe que si le puedes escribir el discurso para mañana (…). Sabes que tenemos toda la responsabilidad del país y el partido estaba roto”. Y le dije: “Bueno, bien, gracias por la noche sin dormir. Pero de acuerdo”. Entonces escribí el discurso de Felipe. Eso no lo he contado a nadie. De modo que me pongo a escribir el discurso, llego allí y se lo doy. Lo lee entero y me dice: “Estupendo". El significado de este testimonio es el comienzo de la corriente socialdemócrata del PSOE.

José María Maravall es uno de los representantes de los llamados renovadores. Su preocupación en esos años es la necesidad de explicar las medidas que se están tomando para lograr un control de la inflación y una mejora de la competitividad. Su obsesión son los derechos sociales y la igualdad de oportunidades, que no olvidemos que son las grandes coordenadas de la socialdemocracia europea. Recuerdo su energía, la capacidad de tomar decisiones sobre políticas sobre las que habíamos estado debatiendo mucho antes de llegar al Gobierno en las reuniones del grupo federal de educación. En ellas participamos muchos profesores que en 1983 abandonamos las aulas para participar con él en la puesta en marcha de las nuevas políticas educativas. Siempre acompañado de Alfredo Pérez Rubalcaba, ambos nos contagiaron su inmensa capacidad de trabajo su ilusión, su emoción y su pasión. Lo hicieron conmigo y con todas las personas que aquellos años trabajamos con él.

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