Por
  • Luisa Miñana

Las criadas

Personal de servicio, años 40
Personal de servicio, años 40
Archivo Faci

Desde hacía tiempo todas las propuestas de conversación por parte de mi madre, cuando iba a verla a la residencia, giraban en torno a los años en que trabajó como interna para una familia de la acomodada burguesía barcelonesa, en la calle Mallorca. 

Llegó allí, siendo una adolescente, a mediados de los años cuarenta, y permaneció ‘sirviendo’ a esa familia hasta finales de los cincuenta, cuando se casó. Por paradójico que pueda parecer, la frágil memoria última de mi madre eligió los años iniciales de ese periodo para instalarse en él definitivamente. Por la magnífica casa de la calle Mallorca (yo también la recuerdo, sin duda agigantada por la percepción de niña) pasaron mi madre y tres de sus hermanas. Eran como tantas, en aquella época de posguerra y terribles carencias, aragonesas emigradas desde el campo a Cataluña, como criadas. A mi madre y a mis tías las he oído siempre hablar con agradecimiento general sobre su vida en la calle Mallorca, a pesar de los términos laborales objetivamente abusivos en que transcurrió. Sólo la más joven peleó y consiguió, ya a finales de los años sesenta, ser inscrita en la reciente Seguridad Social, toda una pionera. Había una relación claramente paternalista hacía ellas por parte de ‘los señores’, pero parece cierto que, sin perder de vista el contexto histórico y clasista del momento, fueron en su caso tratadas con dignidad. Mi madre murió el pasado día 23. Poco antes habíamos vuelto a asomarnos a la calle Mallorca desde el balcón acristalado de la sala.

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