jefa de Información municipal de Zaragoza en HERALDO DE ARAGÓN

La política de altos vuelos y la gestión real

Usuarios del bus hacen cola en uno de los tramos afectados por la huelga.
La política de altos vuelos y la gestión real
Guillermo Mestre

Los problemas no se arreglan solos. 

Deberían tenerlo claro los gestores que prefieren mirar hacia otro lado asumiendo el riesgo innecesario de acabar escaldados por un conflicto que, lejos de mejorar, seguirá empeorando. Piénselo mientras ve cómo pasa la vida desde la parada del autobús urbano, rehén de un conflicto laboral que empezó hace más de dos años. O cuando lea el balance de las esperas quirúrgicas del mes, más sangrante aún si figura entre los resignados pacientes afectados. Eclipsa la política de altos vuelos la gestión de lo cotidiano, aunque sean precisamente esas incidencias del día a día, esas ‘pequeñas’ cosas, las que condicionan las simpatías de los votantes de barrio.

En la recta final de la legislatura más accidentada de la España democrática actual, el punto de mira al fijar prioridades sigue desenfocado. Ocho meses después de que Pedro Sánchez apelara a un pacto de rentas, resonarán en Madrid proclamas sindicales que advierten al Gobierno que ‘o salario, o conflicto’, en ese "otoño caliente" que llevan semanas anunciando.

No se escuchan las quejas de la calle en el Congreso, donde sus señorías representan el enésimo capítulo del ‘y tú más’ que bloquea el sainete en el que han convertido la renovación del tercer poder del Estado, el Judicial.

Será gélido el invierno en las comunidades de vecinos con calefacción central, donde las ayudas son insuficientes para aplacar el gasto, y en las paradas de autobús, donde las esperas infinitas serán menos amargas al poder disfrutar de las luces brillantes que anuncian la Navidad.

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