Las orillas del río Han

Las orillas del río Han
Las orillas del río Han
F.P.

El río Han es algo más que impresionante. 

Es un símbolo de Corea del Sur y de su transformación. Desde los años sesenta del siglo pasado ha servido para construir un relato del país y de un modelo de sociedad. Los surcoreanos, en general, se sienten orgullosos del llamado ‘milagro del río Han’, como en su día los alemanes se enorgullecieron con el del Rin. En este caso, da para eso y para más. Tras la II Guerra Mundial, después de 35 años de dominación japonesa, la península de Corea se dividió en dos partes, dos nuevos ‘estados’. Soviéticos y estadounidenses impulsaron la separación apoyando sus correspondientes intereses y a sendos líderes autoritarios –Kim Il-sung, en el norte, y Syngman Rhee en el sur–. Estos se enfrentaron en una guerra fratricida con importantes consecuencias geopolíticas tanto entonces como ahora. De hecho, la guerra de Corea, iniciada en 1950, todavía no ha llegado a un tratado de paz. El conflicto sigue vivo y los 2,5 millones de muertos entregaron sus vidas para nada. Pero con una evolución divergente y paradigmática.

En ambas Coreas se implantaron dos dictaduras implacables. Mientras en la del Norte se ha convertido en una dinastía autoritaria –incomprensible desde fuera–, Corea del Sur ha llegado a una democracia liberal de mercado situada en las antípodas de su vecino. Eso sí, al comienzo, tras un golpe de Estado, el general Park Chung-hee impuso una dictadura orientada a sacar de la pobreza a su sociedad, hasta que fue asesinado en 1979. La sucesión de gobiernos y acontecimientos está llena de detalles que no caben en estas líneas. La clave del milagro consiste en pasar de la extrema pobreza, siendo el país más pobre de Asía en 1948, a generar una dinámica de crecimiento económico y transformación sociopolítica que lo ha convertido en miembro del G20, con un PIB superior al de España. Ese proceso se apoyó en una apuesta por la industrialización, el proteccionismo, las exportaciones, el desarrollo tecnológico y, algo fundamental, el impulso al sistema educativo que discurre en paralelo a la mejora de la calidad de vida y la urbanización del país.

Corea del Sur, a diferencia de su hermana del norte, ha experimentado una radical transformación que la ha convertido en una democracia liberal y en uno de los países más desarrollados del mundo

El milagro de este tigre asiático tiene su lado oscuro en la presión sobre los trabajadores y las formas de capitalismo autoritario inicial; pero fueron conscientes de que su crecimiento económico debía vincularse a la mejora de condiciones de vida y de igualdad. En buena medida lo han conseguido, aunque sigue siendo una cuestión controvertida, como mostró la película ‘Parásitos’. Su modelo de capitalismo de Estado puso en manos de una oligarquía –‘chaebols’, o conglomerados de unas pocas familias– las condiciones necesarias para crecer y saltar a los mercados internacionales, protegiendo su propia economía. Las tres grandes referencias son empresas conocidas por su tecnología: Samsung, LG y Hyundai.

Ahora, a las orillas del río Han se comprueba paseando por su ribera la transformación radical de esa sociedad. Quedan atrás las altas tasas de mortalidad infantil, el hambre y las penurias que sufrieron las generaciones anteriores. Exportan tecnología e incluso su industria cultural. Los ‘k-popers’ se han convertido en un fenómeno global. Al tiempo, en las calles, se ve una sociedad homogénea y orientada a consolidar su propio mundo de valores.

El río Han es el símbolo de ese gran cambio

En una visita breve, solo se aprecia una capa de la complejidad histórica y social que ahí se concentra. Algo que no se puede decir de la misma manera de cualquier otro lugar del mundo. Si se permite la imagen, el río Han –aparentemente domesticado por un sinfín de rascacielos, de zonas urbanas inabarcables y de enormes puentes donde el tráfico de vehículos no cesa ni de día ni de noche– es un espejo donde mostrar el fracaso del comunismo y la tiranía de Corea del Norte –como otras en otras partes del mundo–. Hoy Seúl cuenta con unos diez millones de habitantes y su área metropolitana se acerca a los 25 millones. Es una de las más grandes del mundo. La vitalidad y el dinamismo que ahí se respiran son la mejor muestra para ver la diferencia con su vecino del norte. Esto, contado por el Dr. Sang-Mok Suh, presidente del Consejo Internacional de Bienestar Social y del Consejo Nacional de Bienestar Social de Corea, es algo para no olvidar.

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