La crisis energética y las incertidumbres económicas afectan seriamente a la agricultura, es decir, a la producción de alimentos. 

Una muestra es la inquietud en la que se mueven los productores aragoneses ante la siembra del cereal de invierno, que se complica además por la parsimonia del Ministerio a la hora de aclarar los detalles de aplicación de la nueva política agraria común europea (PAC). El cereal es uno de los principales cultivos en Aragón y es necesario que la Administración facilite la tarea de los agricultores.

En el momento de sembrar el cereal de invierno, las dificultades para los agricultores aragoneses se acumulan. La sequía, que puede impedir que el grano germine, el exagerado aumento de los precios del combustible y de los fertilizantes y la incertidumbre sobre los mercados en plena guerra de Ucrania complican la toma de decisiones e incrementan los riesgos de una campaña cuyo resultado solo se conocerá dentro de unos meses. Y a ello hay que añadir la tardanza del Ministerio en el desarrollo de la PAC, cuyas numerosas prescripciones resultan determinantes para el trabajo del agricultor, pues de su cumplimiento dependerá la percepción de las ayudas previstas. Los cereales son la producción que más superficie agrícola ocupa en Aragón, y uno de los principales capítulos del sector. Del producto de la siembra que ahora se lleva a cabo dependerán no solo los ingresos de las explotaciones, sino también el adecuado abastecimiento de productos básicos como el pan o la pasta, además de la alimentación de buena parte de la cabaña ganadera. La Administración debe hacer lo posible para reducir la incertidumbre y facilitar la tarea de los agricultores, amortiguando el incremento de los costes y especificando con claridad los criterios por los que se regirán las ayudas de la PAC. El buen funcionamiento de la agricultura va en interés de todos.