Por
  • Elena Capapé Poves

Básico con anuncios

Imagen de archivo de la plataforma Netflix
Básico con anuncios
Pixabay

En agosto de 1997, los emprendedores Reed Hastings y Marc Randolph fundaron una compañía basada en el uso de Internet para el alquiler y compra de películas en DVD como sustituto del VHS. 

A su empresa la llamaron Netflix. Su apuesta diferencial llegó un par de años después, cuando instauraron el pago por suscripción y permitieron que los usuarios alquilaran las películas a través de un coste mensual. Durante ese periodo, aumentaron los acuerdos con distribuidoras y optimizaron el empaquetado de los envíos a domicilio. Además, potenciaron la personalización del servicio y su sistema de recomendaciones. No fue hasta el año 2007, casi diez años después de su origen, cuando apostaron por el visionado en ‘streaming’, hasta ir reduciendo cada vez más la gestión del soporte físico. Desde entonces, han conservado unos fundamentos similares sobre los que desarrollar la plataforma y han reforzado la producción de contenido original y la internacionalización de su servicio. El elemento inalterable ha sido su modelo de pago: la suscripción. Hasta ahora.

Netflix ha anunciado el lanzamiento de una opción de suscripción con, por primera vez en su historia, publicidad. Será un servicio más económico con cinco minutos de anuncios por hora de visionado; el propósito es evitar la fuga de clientes enfurecidos por sus altos precios. Sin embargo, tanto esta novedad como sus incipientes limitaciones para compartir cuenta entre usuarios son aspectos que sacuden, casi veinte años después, sus cimientos.

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