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  • EDITORIAL

Los Presupuestos de Sánchez

Memoria informática que contiene el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2023.
Memoria informática que contiene el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2023.
Europa Press

Todo indica que Pedro Sánchez conseguirá que su proyecto de Presupuestos para 2023 apruebe el primer examen parlamentario. 

Contará para ello, una vez más, con las poco recomendables compañías que representan los separatistas de ERC y los filoterroristas de EH Bildu, que implicarán concesiones muy problemáticas. Se asegura además el voto del PNV, tras llegar a un acuerdo sobre el Cupo vasco. Unos Presupuestos, por otra parte, que han recibido ya serias advertencias del Banco de España y de la Airef.

El importante aumento del gasto, especialmente en las partidas para compensar los efectos sociales de la inflación, se cargará a una deuda pública que en estos momentos roza ya el billón y medio de euros -aunque su peso en el PIB se amortigua por la propia inflación-. Un volumen de endeudamiento que, ante el incremento de los tipos de interés, puede poner en peligro la estabilidad financiera del país. Las Cuentas se apoyan además en previsiones de crecimiento y recaudación cuyo realismo ha sido puesto en cuestión por el Banco de España y por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, que incluso ha reconocido que estuvo a punto de negar su visto bueno al proyecto presupuestario. A estas incertidumbres se añade el lastre político con el que se van a tramitar los Presupuestos. El PSOE, además de las condiciones de la parte más extremista del Ejecutivo (Unidas Podemos), se aviene una vez más a negociar con los separatistas catalanes y con los herederos de ETA, lo que tristemente volverá a significar cesiones muy poco decorosas. ERC y Bildu no esconden que tienen al Gobierno de la nación pendiente de un hilo, lo que les permitirá extraer nuevos réditos económicos y políticos. Resulta difícil de asumir que asuntos de Estado fundamentales acaben dependiendo de los designios de quienes quieren, precisamente, destruir el Estado. Ese es un estigma del que Sánchez no conseguirá liberarse.

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