La Loli

Cervera del Río Alhama
Cervera del Río Alhama
HA

Ha cerrado la Loli, nos avisa mi tía en el grupo de whatsapp familiar. 

No nos sorprende la noticia, pero nos da pena. La Loli era una de las tiendas de antes en los pueblos que tenía de todo: pan, patatas, cebollas, jabón, estropajos, helados, gusanitos, magdalenas, tomate frito, macarrones, melocotón en almíbar, salfumán, cocacolas, fantas… Tenía una vieja báscula que gustaría a los coleccionistas, pero la Loli hacía las cuentas a mano, con un boli sobre un trozo de papel apoyada en el mostrador. Cuando llegábamos, lo primero era aparcar y saludar a la Loli. No sólo era la tendera de la plaza, una de las últimas del pueblo, la Loli también nos riega las plantas cuando no estamos y tiene llaves de repuesto de varias casas (alguna vez he tenido que recurrir a ella porque me había olvidado las mías en Zaragoza). También ha cerrado hace poco la Mónica, a la que le comprábamos chorizos y salchichones. Cada vez quedan menos tiendas. Mi madre y mis tías guardan un listado de todas las que han desaparecido desde su infancia.

Los pueblos se vacían y se van muriendo poco a poco. Los nietos volvemos en vacaciones y para fiestas. No sé si la despoblación del medio rural es un fenómeno irreversible. Soy una romántica y me gustaría pensar que no. Pero hace falta mucho más que buenas palabras para mantener la vida en los pueblos: internet, trabajos, centros de salud, guarderías, escuelas, planes de ocio, autobuses, tiendas… Echaré de menos las pastas de la Loli y el salchichón de la Mónica en mi próximo viaje a Cervera.

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