Por
  • Luisa Miñana

Escuelas para traductores

Traducciones
Escuelas para traductores
Heraldo

Más de cuatro veces, al explicar a los médicos las patologías y sus síntomas que sufrían mis allegados, estos profesionales me han preguntado si era colega, porque, si puedo y la conozco, procuro utilizar la terminología más exacta posible. 

Ellos saben que el suyo no es un vocabulario abierto y al alcance de los legos. Pero yo he leído bastantes informes médicos y he escuchado muchas explicaciones al respecto, porque desgraciadamente he acumulado años y horas acompañando a consultas y cuidando a los míos en hospitales, y como sé que cuanto menos margen a la indefinición dejemos, mejor, hago el esfuerzo, aunque es cierto también que en los últimos tiempos hay por parte de los profesionales de la medicina una mayor disposición a bajar al patio y hacerse entender por los profanos.

El programa Código Escuela 4.0 quiere impulsar entre los escolares la capacidad para la programación informática y robótica

El lenguaje proporciona muchas cosas en la vida. El lenguaje otorga poder, por ejemplo. Incluso, en contra de lo que marcaría la lógica, puesto que el lenguaje vehicula información, cuanto más oscuro permanece éste para la mayoría, más poder para la casta que lo maneja. Eso sí, a costa de una profunda fractura cultural y económica con el resto de la colectividad, y que termina o por conducir al conjunto social a su propia parálisis, o por echar abajo las puertas del sanctasanctórum ante la necesidad de democratizar su uso y conocimiento: porque el lenguaje debe ser compartido, comunicada la información que encierra y traducida en bienes a disposición de los diferentes miembros de la sociedad, transformada en supervivencia y mejora comunes.

Sucedió, por ejemplo, en la Edad Media, cuando el latín clásico –cuya enseñanza, estudio y conocimiento defiendo a capa y espada–, la lengua en la que se habían preservado y heredado los conocimientos científicos, de ingeniería, de filosofía, de arte y literatura, la lengua jurídica y administrativa, comenzó a ser sustituido, más allá de los monasterios y las catedrales, por las lenguas vernáculas en cancillerías y universidades urbanas, coincidiendo con la expansión demográfica y económica de los siglos XII y XIII. Comprobado tienen, además, los historiadores que mayor fue el avance de conocimientos gracias al impulso de las escuelas de traductores, como la de Tarazona, donde la proximidad de cristianos, musulmanes y judíos permitió la formación de equipos bilingües y trilingües.

Hace algunas semanas recibí un correo, en el contexto laboral, en el que un programador me comunicaba una acción que había realizado para mejorar la eficacia de una aplicación que utilizamos. Intuí y medio deduje, más que comprendí realmente, lo que me contaba. Así que le pedí que, por favor, tradujese como para primer curso lo que en aquel vocabulario cuajado de, para mí, oscuros tecnicismos había escrito. Amablemente, e imagino que con una media sonrisa comprensiva, lo hizo de forma inmediata. Era algo francamente tan simple de entender, que seguro que esta sencillez no traslucía la cantidad de horas de trabajo empleadas en el asunto.

Las nuevas tecnologías han creado un
lenguaje críptico que es necesario que se abra al uso de toda la sociedad

Cualquier institución, cualquier organización depende hoy de lo que ocurra en los sanctasanctórums de sus departamentos informáticos, pero apenas entendemos lo que en ellos ocurre ni las lenguas que utilizan. Nuestras vidas penden de una red de templos, ubicados en la Nube o Silicon Valley, en los sótanos de los bancos o en la habitación doméstica del programador, en los que celebrantes y sumos sacerdotes (según jerarquías) del Algoritmo hablan sin cesar entre ellos y con sus máquinas sobre nosotros, y planifican las posibilidades de nuestro futuro.

El Gobierno central ha anunciado el Programa Código Escuela 4.0 para las enseñanzas primaria y secundaria, con el que quiere impulsar en este ámbito escolar las competencias en programación y robótica. Necesitamos vulgarizar este lenguaje críptico, necesitamos conocer los procesos que mueven sus gramáticas y ponerlas en relación con nuestras vernáculas sintaxis. Debemos hacerlo no sólo por razones económicas, que también. Debemos hacerlo para no vernos abocados a un mundo de tecno-monjes y sus ‘hackers’, afrontados al empobrecimiento del saber colectivo. Hemos de conseguirlo para re-humanizar la tecnología desde su propio territorio y diversificar sus objetivos. Código y latín, filosofía y matemáticas, física e historia, teatro y química… para que los equipos bilingües, trilingües o cuatrilingües de traductores sean posibles y el futuro eche a andar con esperanza.

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