Díaz, Rivarés, lo eterno

Sede Unidas Podemos en Zaragoza.
Díaz, Rivarés, lo eterno
Toni Galán

Maru Díaz y Fernando Rivarés han confirmado que se presentan a las primarias de Podemos Aragón para presidir la Comunidad y ser alcalde de Zaragoza, respectivamente.

Deberán ser refrendados por la militancia pero sus candidaturas denotan de por sí un vicio adquirido por la ‘nueva’ política: el enquiste en el cargo. Si en 2015, año en que ambos empezaron su carrera en política, Pablo Iglesias y otros dirigentes estatales del partido promovían el límite de dos legislaturas para salir de los cargos y regresar a sus menesteres previos; en la actualidad el partido ya permite, según el documento ético: "La limitación de mandatos a ocho años para todos los cargos públicos y cargos internos del partido, con posibilidad de prorrogarse excepcionalmente a doce años; más allá de dicho plazo, la prórroga estará supeditada a consulta a las personas inscritas". Vamos, que retorciendo la maquinaria interna y echándole un poco de retórica, si uno se pone a ello, se acaba jubilando en algún punto del organigrama público o interno de la formación morada.

No es disparatado afirmar que para el votante de izquierdas (a la izquierda del PSOE), las malas costumbres adquiridas por los dirigentes de Podemos en la gestión del partido han sido un golpe peor que todas las ‘fake news’ e intentos de ‘lawfare’ a los que se han tenido que enfrentar desde que se mostraron capaces de formar gobiernos a todos los niveles. De hecho, han sido quizá estos ataques deliberados los que ‘mejor’ han venido al partido para escudarse en esas guerras a la hora de querer interpretar ciertos descalabros electorales que, para su perfil de votante, estimo que no fueron de calado.

Ahora, con las encuestas mostrando a un Podemos quizá más débil que otros tiempos, y con la amenaza de formaciones sin mala hemeroteca sondeando su espectro ideológico, convendría que los dirigentes de la formación empezaran a tomar decisiones para demostrar cierta higiene democrática (en versión jarabe si así gustan). Para ello, que políticas y políticos como Díaz o Rivarés apostaran por impulsar desde su influencia sangre nueva, en lugar de a sí mismos, sería de gran ayuda. Dibujar y proyectar honestidad es complicado, a veces ingrato, y exige una gran generosidad; desdibujarla, por desgracia, cuesta un segundo y se acaba pagando caro.

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