Un respeto a la Constitución

El Monumento a la Constitución, un rincón inconfundible en pleno centro de Zaragoza.
Un respeto a la Constitución
Javier Pardos/Heraldo

No pasa desapercibido al paseante ese monumento que inicia el paseo de la Constitución de Zaragoza: tres pirámides de acero inoxidable de 9 metros de altura sobre una base circular de mármol y una esfera de bronce bicolor pulida. 

Es el monumento a la Constitución que decidió erigir en su día el Ayuntamiento de Zaragoza, y sus elementos, diseñados por el escultor turolense Florencio de Pedro que ganó el oportuno concurso, simbolizan los tres poderes del Estado y la base humana que los sustenta. El autor también diseñó el carácter especular de las láminas de acero, de modo que los viandantes se vieran reflejados al pasar, aunque este efecto no acabó de resolverse bien, privando al monumento de toda su intencionalidad.

Me he detenido una mañana a contemplar de cerca este conjunto, y he observado con tristeza cómo de deteriorada está esa base redonda de mármol oscuro que soporta las tres pirámides y la esfera metálica. Obsérvenlo cuando pasen por allí y vean los rotos, la falta de piezas y en general el lamentable aspecto que ofrece. Quizás también sea un símbolo que indica que ese sustrato humano que pudo idear el artista ya no es todo lo compacto que en su día pudo ser; porque hoy mucha gente ha perdido el respeto a la Constitución y a los valores que representa.

Sería deseable que se dedicara más atención a la limpieza y esplendor de todos los monumentos urbanos en general, pero si alguno merece un especial respeto sería éste dedicado a la Constitución, garantía de nuestros derechos y libertades, ámbito plural de nuestra convivencia; porque de alguna manera respetar este monumento adecentándolo con todo el decoro que merece, significaría también un respeto a la propia Constitución.

Hay mucho grafitero, que no pinta precisamente como Bansky, mucho vándalo y mucho cochino en esta ciudad, que avergüenza a quienes transitamos por ella y contemplamos la suciedad de sus suelos, paredes y rincones. Pero duele de forma especial el maltrato que reciben las estatuas, bustos, elementos ornamentales y monumentos y el estado lamentable en que muchos de ellos están.

Corresponde al Ayuntamiento atender a la buena conservación de toda la ornamentación urbana y desde luego a todos nosotros, los ciudadanos, colaborar con la buena imagen de nuestra ciudad. En estos días de las fiestas que he recibido amigos de otras ciudades españolas he escuchado con pena comentarios que no eran precisamente elogiosos para la ciudad. Hubo quien propuso añadir el título de “muy sucia” a los que ya rodean el escudo de la ciudad. Me han hecho pensar en nuestras carencias de buena educación y de respeto y en la necesidad de mantener una convivencia más amable.

Me atrevo a pedir al Ayuntamiento que priorice en su largo catálogo de actuaciones en la ciudad la reparación en condiciones del monumento a la Constitución. Será una invitación a respetarla.

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