Zaragoza, símbolo de Aragón

Pregón de las Fiestas del Pilar desde el balcón de Ayuntamiento
Zaragoza, símbolo de Aragón
Toni Galán

No es mi intención contarles la conquista de Zaragoza, realizada por el rey de Aragón Alfonso I, en 1118. 

A consecuencia de esta conquista se vino abajo el sistema defensivo de la taifa y toda la región del valle del Ebro cayó en manos de los aragoneses. Esta explicación la he dado en clase muchas veces a mis alumnos. Si hoy la recuerdo es por lo que las distintas organizaciones políticas, salvando la distancias temporales, están planteándose: la ‘conquista’ de Zaragoza.

Nuestra ciudad es puente para el dominio de Aragón. Los datos demuestran que conquistar electoralmente Zaragoza posibilita el ser alguien en Aragón. Basta recordar cómo el presidente Santiago Lanzuela no pudo repetir como presidente de Aragón. La causa fue la alta abstención de los distritos que tradicionalmente votaban a su partido en nuestra ciudad, lo que le hizo perder representación en el Ayuntamiento y de rebote, una vez más, Zaragoza pasarela a Aragón. Tal vez ahora sea al revés y nuestro alcalde, Jorge Azcón, cruce electoralmente esa pasarela.

En estos días de fiesta, Zaragoza vuelve a ser el símbolo de Aragón

En el último siglo hemos contemplado la concentración de la población en las ciudades. Este proceso se ha dado en todos los continentes y ha posibilitado que éstas se conviertan en lugares de centralidad. Son los espacios donde se generan las grandes decisiones políticas y económicas, de donde surgen los movimientos y cambios sociales y culturales, y el avance científico y tecnológico. La mayor parte de la población de Aragón se concentra en Zaragoza y su área metropolitana, que demanda una respuesta adecuada a las nuevas necesidades de coordinación de la planificación urbanística y de servicios de interés metropolitano.

Desde una perspectiva municipal el urbanismo es la dimensión más política y pedagógica que puede mostrarse ante los ciudadanos. El urbanismo tiene siempre tras de sí una teoría, una ideología y un modelo (o debe tenerlos). El resto del quehacer municipal o es algo instrumental o son servicios directos al ciudadano. Pienso que la ciudad es una realidad estrechamente unida a un modelo y sus posibilidades. El gobernante, siguiendo el ejemplo de la Atenas de Pericles, debe mostrar y discutir con los ciudadanos el modelo de ciudad que pretende y la planificación de su realización.

Nuestro crecimiento no nos puede hacer olvidar que nuestra ciudad sigue siendo el símbolo de una sociedad organizada, regida por unas leyes. Estas crean la autoridad de que disfrutan los que mandan, así como también las leyes garantizan la libertad que comparten todos los ciudadanos. La ciudad no es una mera agregación de individuos, sino un modo de convivir, de estar vinculados. Las palabras que a ella nos remiten responden a una triple etimología: ‘urbe’ y ‘civitas’ (latinas), y ‘polis’ (griega). Los términos latinos señalados nos remiten a urbanidad (los modales necesarios para vivir en la ciudad) y civilizar, que como decían los antiguos era volver civiles y dulces las costumbres. Si recurrimos a Aristóteles nos enseña que la Ética era la ciencia de la felicidad privada y pretendía la formación de un buen carácter y estaba ordenada a la política, que era la ciencia del bien común.

A ella acuden gentes de todos los territorios que componen nuestra Comunidad y a todos ellos nos sentimos vinculados cuando pensamos en el futuro de nuestra tierra

Considero fundamental recuperar la confianza y la ilusión de los ciudadanos en el trabajo de los políticos. Para ello es necesario que los responsables de hacer ciudad se sintieran como un demiurgo platónico: capaces de generar felicidad y bienestar a sus ciudadanos. La eficacia de sus gobernantes en resolver los problemas que sienten los que habitan en la ciudad, es la virtud más valorada por éstos en todas las encuestas.

Forjemos los ciudadanos de Zaragoza una ciudad para ser compartida por todos y, que las personas que estos días nos visiten participen con nosotros en la celebración de las fiestas del Pilar. Son las fiestas de nuestra ciudad. Una vez más, ésta se ha convertido en el símbolo de Aragón. A ella acuden de todos los territorios que componen nuestra comunidad. A todos ellos nos sentimos vinculados, en el proyecto de futuro de nuestra tierra. Compartamos estos días con alegría y gozo dando ejemplo de convivencia. Disfrutémoslas con urbanidad, civilicemos nuestras costumbres, todavía más, estos días. Si hace casi mil años nos conquistaron, hagámoslo ahora nosotros con los que vienen a participar y disfrutar estos días de júbilo.

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