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  • EDITORIAL

La industria y la crisis energética

Los costes energéticos ponen en peligro el equilibrio económico de muchas empresas industriales.
Los costes energéticos ponen en peligro el equilibrio económico de muchas empresas industriales.
Toni Galán / HERALDO

El desaforado aumento del precio de la energía está situando a la industria aragonesa ante una auténtica emergencia. 

El peso del gas y de la electricidad se ha disparado y en algunos casos alcanza ya el 50% de los costes de producción. En estas circunstancias, las empresas están intentando adaptarse ahorrando consumos o cambiando a suministros más baratos, pero si el alza de los precios se mantiene y no se toman otras medidas, la pérdida de competitividad pondrá en riesgo la supervivencia de muchas compañías.

Hay que tener en cuenta que una gran parte de las empresas industriales no puede limitarse a ‘trasladar’ los costes energéticos a sus clientes subiendo los precios en la medida necesaria, porque trabajan en un entorno internacional. Y hay otros países, como China, la India o Estados Unidos, que no están sufriendo la crisis de la energía en la misma medida y disfrutan de precios más baratos. El sector industrial aragonés, lo mismo que el español y en general el de toda Europa, se enfrenta así a una drástica y súbita pérdida de competitividad, que lo sitúa en una seria desventaja. Las circunstancias aún pueden agravarse a partir del 1 de enero, cuando termine la vigencia de muchos contratos de suministro de gas o electricidad y los nuevos reflejen completamente la subida de precios de los últimos meses. Las empresas aragonesas hacen equilibrios y preparan planes para hacer frente, en la medida de lo posible, a esta situación, pero es muy difícil y en muchos casos hacen falta tiempo e importantes inversiones. La administración debe favorecer los esfuerzos de adaptación de las compañías. Pero, a la vez, es urgente que la Unión Europea ponga en marcha medidas que permitan limitar los costes energéticos y proteger el funcionamiento de sus industrias. El peligro de cierres y deslocalizaciones es evidente, no solo en Aragón y en España, sino en todo el continente.

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