Impavidez democrática

Pere Aragonés, este martes, en el Parlament.
Impavidez democrática
E. P.

El informativo nocturno dio paso a una comparecencia del presidente de la Generalidad.

Este, con la laboriosa Cataluña en pleno sueño reparador, dirigiéndose a la España indolente y trasnochadora, comunicó que había cesado al vicepresidente de su gobierno, por haberle ocultado que su partido, el de la burguesía patriótica destinada a mandar en el país, con la que el partido del presidente gobierna en coalición, pretendía someterlo a una ‘cuestión de confianza’.

Recibida la noticia, los análisis del mencionado programa coincidieron en que, mediante el cese, el primer mandatario catalán pretendía eludir la responsabilidad de la inevitable caída de su ejecutivo, poniéndola en el tejado del partido del vicepresidente cesado. Solo discrepó de esta interpretación la periodista catalana con la que se había conectado ‘ad hoc’ por videoconferencia, quien habló de un probable pacto de poder entre los dos partidos supuestamente coaligados, en el que el vicepresidente habría sido el chivo expiatorio. Ciertamente, mientras escribo estas líneas, los acontecimientos confirman la predicción de la analista local.

En todo caso, lo más significativo de todo lo anterior es la admirable impavidez democrática mostrada aquella noche por todo el mundo, desde el presidente de la Generalidad, hasta la clase periodística, como si nada alarmante sucediera. Pocos días antes, presencié esta misma actitud cuando una admiradora de Mussolini ganó las elecciones en Italia. Nadie se rasga las vestiduras. Se dice que es lo que el pueblo quiere y que así funciona una buena democracia.

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