Chasco

Sí, un buen chasco nos hemos llevado los aragoneses. 

Y no tanto por ver que apenas tenemos alguna probabilidad de traernos a Teruel la Agencia Espacial Española, como al comprobar que en realidad esta partida se juega con las cartas marcadas. Vamos, como le oigo decir ahora mismo, mientras escribo, a un compañero de la Redacción, que al Gobierno solo le ha faltado pedir que junto a la sede de la Agencia pase el Guadalquivir. Se la pensaban dar a Sevilla, que suena desde el principio como favorita, y a Sevilla se la darán. Los requisitos que pide el BOE a la ciudad en la que haya de instalarse la Agencia, en cuanto a comunicaciones terrestres y aéreas, solo pueden cumplirlos las principales ciudades españolas. Las capitales pequeñas, las ciudades de la España interior y vacía, quedan marginadas de antemano. Bueno, tal vez esos requisitos sean de verdad necesarios, pero entonces, ¿a qué viene tanto bombo y tanto platillo con el discurso de que la descentralización de organismos oficiales va a ser un instrumento de reequilibrio territorial y de lucha contra la despoblación? Si seguimos así, ¡naranjas de la China! Y el mazazo a Teruel, encima, tiene guasa. Primero se la excluye de la red del AVE, se le niega incluso un ferrocarril mínimamente decente, y luego esas carencias se convierten en excusas para dejarla fuera de juego en el reparto. Entonces, ¡corríjanse al menos las carencias! Ya veremos, a esperar sentados. Menos mal que queda la realidad de un aeropuerto que, por su propio impulso, ya está ganándose un hueco en la industria aeroespacial. El estímulo de la sede de la Agencia hubiera sido estupendo; pero aun sin ella, hay que seguir apostando por ese sector. Y por Teruel.