Por
  • Carmen Puyó

¿Distopías? No hacen falta

Una mujer llora la muerte de un familiar en Irpin
¿Distopías? No hacen falta
Reuters

No me suele gustar la publicidad institucional, especialmente por el tufo partidista que suele desprender. 

Pero hay un anuncio que lleva semanas llamándome la atención, y eso que su responsable es el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, cuyo nombre ya me echa para atrás. Con el enunciado de ‘Basta de distopías. Volvamos a imaginar un futuro mejor’, ese anuncio ofrece imágenes de rostros partidos: uno representa el lado tenebroso, inquietante y tan oscuro de las sociedades distópicas, con ese futuro aterrador que tan bien describieron Aldous Huxley y Orwell. El otro lado muestra luz, un rostro sano, limpio, que se acerca a un futuro más o menos hermoso.

Desde siempre, decenas de escritores y cineastas se han empeñado en recrear en las páginas de sus libros o en sus películas futuros sin vida real, sociedades siniestras, dictaduras de apariencia beatífica y ciudadanos sumidos en la incertidumbre y el caos. O sea, sumergidos en la miseria humana. Salvo excepciones, no me gusta la ciencia ficción, ni en la literatura ni en el cine, aunque cada vez es más difícil liberarse de determinados libros o de ciertas películas.

Hace tiempo que Huxley y Orwell quedaron sobrepasados y no sólo por otros autores. Lo han sido por la dura realidad del presente. Nos sobran creadores catastrofistas, escritores, guionistas y directores a los que apasiona imaginar mundos llenos de espanto y poblados de criaturas difíciles de describir. No necesitamos más distopías. Nos sobran, sobre todo, hoy, cuando el mundo ofrece el lado más cruel de su rostro

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