La persistencia de indicadores positivos en Aragón en términos de crecimiento económico o reducción del paro no puede borrar el mapa inquietante que dibuja el inmediato futuro. Occidente se adentra en una zona de incertidumbres con una inflación muy elevada, que, como todas las subidas desorbitadas de precios, puede generar desestabilización social y política. En este sentido, es importante que la ayuda de 200 euros anunciada ayer no se quede en una medida meramente cosmética en vísperas electorales, sino que el Gobierno de Aragón ponga en marcha un plan integral para amortiguar en lo posible los efectos sociales más dañinos de la inflación, protegiendo efectivamente a los sectores más vulnerables

Javier Lambán ha anunciado una ayuda extraordinaria para los más desfavorecidos y ha manifestado su voluntad de sondear de forma «inmediata» las posibilidades de alcanzar un gran acuerdo para atajar la inflación. Es imprescindible que lo haga, como máximo responsable del poder ejecutivo en la Comunidad, y es necesario que logre ese pacto de forma urgente para que pueda recogerse en los próximos presupuestos regionales.

La Reserva Federal estadounidense acaba de volver a subir los tipos de interés para enfriar su economía y, con ello, la inflación. Lo previsible es que el Bando Central Europeo haga lo mismo en los próximos días. Esta política monetaria ralentizará la actividad. Sin embargo, la tentación catastrofista no está justificada, como tampoco lo está subestimar los riesgos. Hasta que se consiga poner bajo control, la escalada inflacionista erosiona el poder adquisitivo de los ciudadanos, en especial de los más pobres, y las empresas. Este empobrecimiento generalizado es razón suficiente para que los gobernantes y los agentes sociales reaccionen con diligencia y eficacia.