Por
  • Javier Lacruz

Autoficción

Enrique Vila-Matas, en una de sus visitas a Zaragoza, en la librería Los Portadores de Sueños.
Enrique Vila-Matas
Guillermo Mestre.

La literatura, dice Vila-Matas, es ficción y punto. 

Abomina del concepto redundante de la ‘autoficción’. El escritor aclara: "Todas las novelas y cuentos que se han escrito son ficciones, incluso las más extremadamente realistas, porque desde el instante en que se ordena el mundo con palabras se modifica la naturaleza de este". De acuerdo, pero la frase también se sostiene al revés, porque la ficción no es más que la articulación indisoluble entre fantasía y realidad, a dosis variables, con ambos ingredientes más allá de Lacan y sus voceros. Y si no me equivoco mucho, lo de ‘auto’ (ficción) alude al yo, al sujeto, a la identidad del creador (escritor, pintor, etc.), luego es inherente a uno mismo, guste o no. Eso sin ponernos estupendos.

Dos de mis hijos son intensos vilamatianos. Yo soy más de Artaud. En casa somos pragmáticos y pocos ritualistas, no visitamos ni recorremos tumbas de poetas o escritores y otras idealizaciones mortuorias. Ambos se han citado para comprar y pagar a pachas el nuevo libro de Vila-Matas: ‘Montevideo’. Nada me satisface más que la foto que me envían con el libro entre sus manos. Un gesto de cultura en medio de la generalizada barbarie. De entrada, solo leemos la primera página y ya nos desternillamos de la risa. Por los espejos y dédalos por donde te mete. Un cabronazo genial. Fuera del texto dice que de la gran concentración de tarados que son las redes, le divierten los que dan la impresión de ser vanidosos simplemente por faltarles la inteligencia de ocultarlo. 

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