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Cartas al director de HERALDO: Al pan, pan; poder y lenguaje

Pedro Sánchez inaugura el curso político
Al pan, pan; poder y lenguaje
JUAN CARLOS HIDALGO

Al pan, pan; poder y lenguaje

"El lenguaje es el bien más precioso y, a la vez, el más peligroso que se ha dado el hombre" (F. Holderlin). 

Hay un continuo abuso del Gobierno, de un pretendido eufemismo –sustitución de una palabra por otra menos ofensiva– o del neologismo –palabra de nueva creación– para disfrazar o negar la verdad. Cuando es mucho más, la manipulación extrema de la lengua con fines políticos. Aplican la ‘teoría de la relatividad lingüística’, según la cual, debido a la influencia de la lengua sobre el pensamiento del ser humano, si alguien controla el lenguaje, puede controlar el pensamiento y/o las emociones y, por tanto, el poder. Ya decía Orwell que a través del lenguaje se difunden determinados conceptos ideológicos que pueden ser totalmente opuestos al significado original de la palabra o idea en cuestión. O, todo lo que tiene nombre existe –un concepto vasco– aunque sean circunloquios, frases hechas o vaguedades –palabras blandas para situaciones duras– que suavizan la falta o mala gestión económica o política; en general, echándole la culpa a otro. ‘Reajuste de precios’ (inflación), ‘desaceleración económica’ (crisis), ‘reforma fiscal’ (subida de impuestos), ‘reformas estructurales’ (supresión de derechos), ‘crecimiento negativo’ (recesión), ‘medidas de ahorro’ (recortes), ‘devaluación competitiva de salarios’ (bajada de sueldos), ‘ERE’ (despido masivo), ‘tributación de rentas no declaradas’ (amnistía fiscal), ‘tráfico de influencias’ (soborno), ‘lucha armada’ (terrorismo de ETA), ‘nueva normalidad’ (covid sin control), ‘el procés’ (secesión)… Hay que llamar a las cosas por su nombre y reivindicar el uso de la verdad en el lenguaje, el español tiene todas las palabras necesarias; como inútil, mentiroso o gestor irresponsable.

José Manuel Solá. Zaragoza

Tus libros mañana

Javier Marías contó en alguna ocasión que, tras la muerte de Thomas Bernhard, se reservó su última novela, ‘Extinción’, para poder tener todavía algo que leer por vez primera de uno de sus autores favoritos. Una inevitable sensación de cumplimiento y término, inicio de amarga orfandad –acentuada aún más en quienes tuvimos la fortuna de tratarlo personalmente en algún momento–, anunciaba la publicación de la que es ya sin remedio (es decir, siempre lo será) su última pieza (‘El más verdadero amor al arte’), tras la cual la zona fantasma se torna todavía más nebulosa, al desplazarse hacia la bruma de esa negra espalda del tiempo por cuyos filos tanto transitó el rey de Redonda en sus novelas antes de instalarse definitivamente en ella, demasiado pronto. Para quienes hemos leído con devoción durante años todos sus libros y artículos no cabe la posibilidad de ese aplazamiento especial de lo aún novedoso, pero sí otra forma de consuelo, y es inmenso: el de volver mañana, en la batalla o el apaciguamiento, a los rostros queridos y a las vidas escritas de entonces, que, como ocurre con cualquier escritor, es la mejor muestra (la única en realidad) de verdadero homenaje y gratitud sincera. ¡Larga vida al rey!

Antonio Martín Barrachina. Rubielos de Mora (Teruel)

El futuro de la jornada laboral

Los sindicatos están luchando por la jornada laboral reducida. Tenemos que analizar a que nos lleva esa reducción tanto a nivel empresarial como a nivel del trabajador. Primero, al trabajador se le vera mermado la base de cotización porque las horas trabajadas no serán las mismas que ahora. Segundo, las pagas extras irán compaginadas con la jornada laboral. Tercero, ¿a qué nos lleva este debate?, a perder pensiones, que hasta ahora eran malas, pero, con el sistema que piden los sindicatos, no serán malas, serán peores, porque tendrás muchos años cotizados, pero para la seguridad social lo que cuenta son los días trabajados en la vida laboral. Cuarto, los que defienden este sistema sin futuro están pidiendo pan para hoy y hambre para mañana. Quinto, las empresas pedirán una bonificación por la reducción de la productividad tanto a la seguridad social como a la caída de producción y la merma de beneficio. Soy un trabajador ya jubilado, pero el futuro no es muy prometedor para la clase obrera. Eso de querer tener un sueldo digno suena muy bien, y aún suena mejor con una jornada de cuatro o seis horas, pero la realidad es otra. Lo digo porque en mi familia ya se está padeciendo que en el futuro haya una persona trabajando una jornada de cuatro horas. ¿Este es el futuro de los sindicatos? Basta ya de creencias de ilusionista. No seamos ingenuos; las palabras suenan bien, pero los hechos son diferentes. ¿Por qué no se ponen ellos una nómina de seis horas con un sueldo de 600 o 700 euros y nos lo demuestran? ¿Así quieren salir de la crisis que estamos viviendo? Qué bien se habla cuando uno se levanta por la mañana, tiene la nevera llena y no le acechan las facturas. El pueblo trabajador quiere trabajar y no pedir limosna. La forma de sacar a un pueblo de las penurias que estamos viviendo es trabajando y no la vagancia que están pronosticando los dirigentes sindicales. Yo tengo de mi época activa malos recuerdos y me marcó mucho la actuación de las políticas sindicales. Espero y deseo que nadie pase por lo que yo pasé.

José Sierra Calvo. Zaragoza

Mal uso del agua

La mayoría de las personas de nuestro planeta se hallan tan seguras de la importancia que tiene el agua como de que está compuesta por dos átomos de oxígeno y uno de hidrógeno. Ahora bien, de lo que no parecen estar plenamente conscientes –visto lo visto– es de las enormes y peligrosas consecuencias que su mal uso, es decir, de lo que el desperdicio de la misma puede originar. Y no afecta únicamente a los seres humanos, sino también a las plantas y a los animales, siendo también una parte importante del cambio climático. En efecto, esta fehacientemente demostrado que su utilización descontrolada en las fábricas y el uso inadecuado en la esfera doméstica puede conducirnos a su escasez –más pronto que tarde– hasta el punto de afectar dramáticamente este vital líquido a millones de personas, así como a la desaparición de la flora y muerte de un gran número de especies de animales. Y es que, por el bien de todos, hemos ya de ponernos la pilas y de contribuir con nuestro granito de arena a este gran problema, con un uso responsable a base de –entre otras medidas– reducir el tiempo de duchas en lugar de baños, disminuir el empleo de lavadoras, limitar el relleno de piscinas y riego de jardines/zonas verdes, así como con un correcto estado de los grifos, para que no goteen y estén perfectamente cerrados.

Mar Sánchez Ramos. Zaragoza

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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