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Cartas al director de HERALDO: Una sensación única en el Museo Pablo Gargallo

El museo Pablo Gargallo se estrena en redes sociales.
Una sensación única en el Museo Pablo Gargallo
EP

Una sensación única en el Museo Pablo Gargallo

Tras dos años de reclusión pandémica, hago otra incursión cultural en Zaragoza. 

Esta vez, visito museos y exposiciones, que son un gran invento divulgativo del conocimiento y de la sensibilización artística, según los casos. El continente y el contenido del Museo de Ciencias Naturales son fantásticos, aun en la humildad de su colección; quizá a uno le gustaría haber podido ver más esqueletos de animales antediluvianos, pero para eso está Teruel y el equilibrio interprovincial. De la exposición sobre hiperrealismo en el antiguo Camón Aznar, actual Museo Goya de Fundación Ibercaja, debo confesar que he salido relativamente defraudado porque, si bien las obras de Antonio López no son lo mejor que muestra, he disfrutado mucho con las de sus compañeras de generación. Y también con la colección permanente en torno a Goya, especialmente con sus precedentes y sus sucesores. Desde luego, el plato más espectacular ha sido la visita a las exposiciones de Caixafórum, dedicadas a los mamuts y al retrato humano a lo largo de la historia y la geografía mundiales, con esas magníficas esculturas, pinturas y reproducciones en todo tipo de soporte del cuerpo humano y de personalidades concretas. Pero lo que más me ha emocionado, y lo que me ha provocado esa sensación única que proporciona la contemplación del arte, ha sido algo que siempre ha estado en Zaragoza y que no conocía: el Museo Pablo Gargallo y sus figuras metálicas, delicadas y expresivas, hechas de duro metal y etéreo vacío. Debemos estar eternamente agradecidos a sus herederos, que legaron a la ciudad tamaño regalo. Tanto me ha impactado, que ahora creo en un nuevo héroe aragonés llamado Pablo Gargallo.

Carlos San Miguel Echeverría. Tarazona (Zaragoza)

Por desgracia, sucedió

Un patinete ha causado la muerte a un ciudadano, y no seré yo el que diga quién fue el responsable de dicha desgracia. La desgracia es tener un alcalde que es, como dos de los tres monos japoneses, sordo y ciego a los problemas de la ciudad. Solo no es mudo, ya que hablar habla mucho y no dice nada, salvo del campo de fútbol, y no quiero pensar mal. Ni el alcalde ni su Policía Municipal, si es que existe, se han enterado que los usuarios de esos malditos cacharros circulan con mentalidad de peatón, es decir, buscando el camino mas corto, y que, por mucho carril bici que habiliten, siempre habrá una calle que no lo tenga. No entiendo la razón por la que no han obligado a impartir cursos de formación para aquellos ciudadanos que han adquirido un patinete en propiedad, debiendo el vendedor comprobar que el comprador dispone de dicha, llamemos, licencia; y que si el causante de un accidente no dispone de ella, se sancione al establecimiento vendedor. Tampoco estaría mal que se dotara de patinetes a algunos de los policías municipales, a los que solo se les ve, muy raramente, en coche o en moto.

Luis Antonio Vallés Gascón. Zaragoza

Ideolatrías

Parece demostrado que las sociedades que se alejan de Dios acaban adorando ídolos. A los clásicos, becerro de oro, fama –buena o mala, hoy redes sociales–, la egolatría, se añaden los más modernos: la ‘tecnolatría’ y las ‘ideolatrías’. No aprendimos el daño que causaron a la Humanidad en el siglo XX las guerras provocadas por las ideologías políticas. Y asistimos a erigir altares a la ideología de género (en verdad, sexo), al animalismo, al cambio climático, a la pachamama, al ecologismo (no confundir con la ecología). No se discuten sus postulados, muchos de ellos infumables, se imponen desde el poder, no se debaten. Se convierten en dogmas de fe incuestionables. Quien discrepa es un hereje tachado de negacionista, fascista, machista… Es cierto que el papel en que están escritas lo aguanta todo y así nos va, porque el tiempo va desvelando lo vacuos y falsos que son los ídolos. Hay que reivindicar el valor de las ideas, sustentadas en la creatividad, el estudio, el análisis riguroso, la experimentación, la confrontación. Devienen entonces en soluciones válidas y progreso verdadero para la sociedad. Las ideas aprisionadas en un sistema ideológico que se impone pasan a la categoría de ‘ideolatría’, propio de sociedades primitivas.

Pablo Rivero San José. Zaragoza

La grandeza del cachirulo

Conocimos a nuestro amigo Victorio en Nápoles, durante nuestro viaje de novios. Nacido argentino, había vuelto a la tierra de sus padres para ganarse la vida. Nos caímos bien al instante. Con el paso de los años, la amistad continuó, visitó Aragón y Zaragoza. Nos intercambiamos ‘souvenirs’ de nuestras ciudades, entre ellos, un cachirulo con la imagen de la Virgen del Pilar. Hace unos años enfermó de cáncer. Mientras estuvo en tratamiento con quimioterapia rehusó utilizar una gorra o un turbante, él se sentía más protegido con ‘su (nuestra) pañoleta’. Durante más de un año, un argentino simpático estuvo luciendo un cachirulo por las calles de una pequeña ciudad de la región de Alessandre. ¡Qué grande, Victorio! Ahora que se ha ido para siempre, en su perfil de Whatsapp aún aparece su imagen con el cartel ‘Comunidad de Aragón’ y sus inseparables Graciela y Charlito. Fue un inmenso placer conocerle, descanse en paz.

Ismael Zárate. Zaragoza

El último líder de la URSS

Seguro que, tratándose de un líder político, Mijaíl Gorbachov recibiría aplausos y críticas. Sabemos que fue querido en Occidente, sin embargo en Rusia su reputación nunca se recuperó entre quienes lo consideran el culpable de la caída de la Unión Soviética. Lo que sí es cierto es que cambió el curso de la historia. Con la perestroika consiguió una reestructuración económica, a la vez que iba acompañada de una estrategia de apertura. Se centró en poner fin a la Guerra Fría, firmando varios acuerdos con Reagan y George Bush para el control de armas nucleares, y tuvo un papel importante en la reunificación de Alemania, motivos por los cuales recibió el Nobel de la Paz en 1990. El mismo Gorbachov hizo un análisis de su papel en la caída del bloque soviético con estas palabras: «A pesar de todos los males y miserias actuales, los rusos, y en general la gran mayoría de los ciudadanos de los países de la exórbita soviética, prefieren vivir en una sociedad libre y democrática, como la que hoy disfrutan, a la situación que vivían bajo el comunismo. Ese es el marco en el que puedo encuadrar mi responsabilidad en mi etapa como exmandatario de la Unión Soviética». Es verdad que, aunque su gobierno tuvo luces y sombras, si él hubiera estado en el Kremlin, ahora la invasión de Ucrania no se hubiera producido.

Gema Abad Ballarín. Reus (Tarragona)

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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